Amador era un hombre esenciamente bueno, no por su condición de sacerdote, sino por su humanidad y bondad naturales, casi congénitas. Esta mañana asistí a su funeral en la catedral de Palencia.
Hace tan sólo unas horas, me encontraba en el interior de uno de los templos góticos más bellos de España. Es como si me estuvieran esperando, porque nada más entrar indiqué que quería asistir al funeral de Amador y enseguida me abrieron el portillo que da entrada a la Capilla Mayor de la Catedral de Palencia, esa a la que llaman "La bella desconocida".
Yo no soy una persona especialmente amante de lo levítico, no me gustan las castas sacerdotales de ningún tipo, pero Amador era una de esas personas que guardan la esencia de la bondad entre sus manos, era un hombre genuina mente bueno más allá de su condición o su profesión. La humanidad y la bondad resultaba ser congénitas en él, era un ser armónico, fuera sacerdote, fuera albañil o representase lo que representase.
En su caso, dicen que era discípulo de Melquisedec, ¿qué se yo de alta teología?, ¿qué puedo saber de la existencia o no de Dios?, ¿del régimen tiránico de la muerte?. Sólo sé que era un hombre bueno en esencia y que está mañana, muy cerca de la cripta de San Antolín, un llanto interior llamó a mi puerta después de mucho tiempo sin atreverme a llorar.
José Miguel Gándara Carretero. Poeta y redactor, un caluroso 18 de julio de 2024 Gándara Carretero. Poeta y redactor, un caluroso 18 de julio de 2024