Situado en el municipio de Andria, en la región de Apulia (sureste de Italia), y construído sobre una colina a 540 metros de altura sobre el nivel del mar, esta fortaleza fue construída por Federico II de Suabia en torno al año 1240 (siglo XIII) y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.

Este castillo es un maravilloso ejemplo de arquitectura medieval, con una singular forma de octógono (tiene 8 torres octogonales en cada uno de los vértices del octágono, un patio interior octogonal, y son 8 los salones en cada planta, ambas conectadas por una escalera de caracol -que gira en sentido contrario a las agujas del reloj-), mezclando además, en su arquitectura simétrica y matemáticamente precisa, estilos islámicos, románicos, góticos y clásicos.

La razón para construirlo donde se construyó es un misterio, ya que no hay ningún puerto o pueblo cercano para defender, si bien es cierto que su posición hace que se den diversos efectos de luces y sombras en determinadas épocas del año, como en los días del solsticio y del equinoccio.

Este castillo tiene además un curioso sistema hidráulico para la recogida y distribución del agua de lluvia, de origen oriental.

Se le han atribuido distintos usos a esta fortaleza, como por ejemplo el de templo, el de lugar apartado para el estudio, e incluso el de lugar de relax siguiendo el modelo del hammam árabe. Sus salones, observan algunos investigadores, parecen haber sido diseñados para ser atravesados siguiendo un recorrido obligado, relacionado con la simbología astronómica. Por último, su forma octogonal, según otros, recordaría la geometría de una corona y representaría el poder imperial de Federico II.

Pero además se le han asignado funciones esotéricas e incluso mágicas. Se le ha atribuido  el ser un laboratorio de alquimia, un centro de experimentos misteriosos e incluso un punto de encuentro con extraterrestres, junto con otras funciones más prosaicas, como las de pabellón de caza, residencia de lujo, símbolo de poder territorial e incluso harem.

Lo que sí parece claro es que no debía tener funciones militares, ya que sin foso, puente levadizo o defensas perimetrales y por su arquitectura y material de construcción, la piedra caliza, no parece que pudiera resistir un asedio.

Sea cual fuese la función de este curioso castillo, su emplazamiento y su peculiar forma tan peculiar para su época, hicieron de este monumento un objeto de admiración y estupor por parte de súbditos, enemigos y aliados de Federico II. En conclusión, un símbolo de la grandeza y del poder del emperador...