Para explicar cómo hacen la miel las abejas, es necesario antes explicar qué es el néctar.

El néctar es un líquido azucarado producido por las flores para atraer a los insectos polinizadores como las abejas. El néctar es un 70-80% agua, con una mezcla de tres azúcares diferentes: sacarosa, glucosa y fructosa, además de algunos químicos aromáticos para ayudar a atraer a los insectos a las flores.

Cuando las abejas llegan a las flores atraídas por ellas, absorben el néctar a través de su probóscide hueca (una lengua parecida a las cañitas que usamos para beber) y lo almacenan en la primera cámara de su estómago, llamada proventrículo. Una enzima llamada invertasa descompone la sacarosa en moléculas más simples de glucosa y fructosa. Otras enzimas elevan la acidez del néctar, lo que ayuda a matar las bacterias.

Las abejas pueden transportar hasta la mitad de su peso corporal y tienen una de las tasas de producción de energía más altas del reino animal. Esto les permite alimentarse en distancias de hasta a 5 km de la colmena, pero a esta distancia la mayor parte de la carga útil de néctar se utiliza para el vuelo de regreso a casa.

De vuelta en la colmena, las abejas recolectoras regurgitan el néctar (no digerido). Luego se lo pasan entre las abejas obreras, boca a boca, para reducir sus niveles de agua. Una vez que el contenido de agua cae al 18%, el moho y las bacterias ya no pueden crecer y el néctar se convierte en miel, que las abejas obreras empujan y almacenan en las cámaras de cera de los panales.

En primavera y principios de verano, la colonia de abejas utiliza esa miel para alimentar a las larvas, aumentando su fuerza de trabajo hasta un pico de verano de entorno a 50.000 individuos. Éstos luego pasan de dos a tres semanas recolectando néctar como locos para pasar el invierno. 

Como curiosidad, decir que se necesitan 12 abejas durante toda su vida para hacer una cucharadita de miel.