Esto seguramente les ha pasado a algunos o les está pasando en la actualidad. Hacer amigos de adultos puede parecer una tarea bastante más complicada que cuando éramos niños o adolescentes. A medida que avanzamos en nuestras vidas, a medida que cumplimos años, asumimos más responsabilidades, enfrentamos cambios personales, y experimentamos menos oportunidades naturales para hacer nuevas conexiones. Desde la psicología, existen varios factores que explican por qué es más difícil crear amistades en la edad adulta, pero también hay estrategias prácticas que pueden ayudarnos a cultivar conexiones significativas.
Factores que dificultan hacer amigos en la edad adulta
A. Menos oportunidades sociales
Cuando somos niños y adolescentes, nuestros contextos sociales están diseñados para facilitar la interacción. Las escuelas, actividades extracurriculares, fiestas y el simple hecho de jugar o pasar tiempo con otros fomentan conexiones sociales casi automáticas. En la edad adulta, esos ambientes de socialización desaparecen. El trabajo puede ser un entorno social, pero muchas veces las relaciones laborales no se transforman en amistades profundas debido a la naturaleza profesional de la interacción.
Además, el tiempo libre para actividades sociales se ve limitado, y la mayoría de los adultos no tienen una "estructura" de socialización como la que se da naturalmente en la infancia. Si no te involucras activamente en nuevos grupos o actividades, es fácil quedarse sin oportunidades para conocer a nuevas personas. Esto es especialmente cierto si se cambia de ciudad o país, donde la red social se reinicia y cuesta aún más conectarse con los locales.
B. Falta de tiempo
Las demandas de la vida adulta, como trabajar a tiempo completo, formar una familia, estudiar o desarrollar proyectos personales, pueden consumir gran parte del tiempo y la energía. Esto puede dificultar dedicar momentos a cultivar nuevas relaciones. Incluso cuando existe la intención de hacer nuevos amigos, la agenda ocupada puede obstaculizar el proceso.
El tiempo limitado también afecta la calidad de las interacciones. En la niñez, pasábamos largas horas jugando o charlando, lo que permitía una conexión profunda. De adultos, las conversaciones suelen ser breves, a veces superficiales, y no siempre hay suficiente constancia para desarrollar una relación sólida. Esta falta de tiempo también puede hacer que los nuevos amigos tarden mucho más en consolidarse como una parte importante de tu vida.
C. Cambio de prioridades
En la juventud, las amistades son una prioridad clave porque son esenciales para nuestra identidad social y emocional. Sin embargo, de adultos, las prioridades cambian drásticamente. Tener una carrera exitosa, formar una familia, cuidar de los hijos o padres, y asegurarse de cumplir con las responsabilidades financieras suelen ocupar el primer lugar en la lista.
Con estos cambios en las prioridades, muchas personas pueden no sentir la misma necesidad urgente de formar nuevas amistades. Las amistades también pueden volverse más pragmáticas y menos emocionales, donde la conexión está más basada en compartir actividades o intereses específicos, que en una profunda conexión emocional, lo que cambia el tipo de relación que buscamos.
D. Miedo al rechazo o vulnerabilidad
A medida que envejecemos, tendemos a volvernos más conscientes de nuestras inseguridades y miedos. Los rechazos que podríamos haber afrontado de forma más ligera en nuestra juventud pueden volverse mucho más intimidantes. Abrirse a nuevas personas implica exponerse emocionalmente, algo que, para muchos adultos, es difícil debido a las experiencias pasadas de rechazo o dolor emocional.
Los adultos suelen tener más "barreras protectoras" para evitar mostrar vulnerabilidades. Esto puede ser una forma de evitar el dolor de ser rechazados o de no ser comprendidos, pero también limita las posibilidades de conexión real. Las amistades profundas requieren autenticidad y vulnerabilidad, y eso puede resultar incómodo para algunos adultos que no están acostumbrados a abrirse emocionalmente en nuevas relaciones.
E. Relaciones previas ya consolidadas
Para muchas personas adultas, su red social ya está establecida. Esto incluye amigos de la infancia o juventud, colegas con quienes han formado relaciones duraderas y familiares con quienes tienen vínculos cercanos. Cuando estas relaciones ya existen y ocupan gran parte de su vida social, puede ser difícil sentir la motivación para buscar nuevas amistades, ya que las necesidades emocionales y sociales están cubiertas en su mayoría.
Este fenómeno también puede llevar a cierta resistencia a incluir a nuevas personas en su círculo, ya que puede parecer un esfuerzo innecesario o incluso percibirse como una amenaza a la dinámica ya establecida. De hecho, algunas amistades consolidadas pueden dificultar la inclusión de nuevas personas si se sienten “competencia” o simplemente se vuelve un desafío equilibrar ambas.
Consejos para crear conexiones significativas en la edad adulta
A. Seamos proactivos en la búsqueda de oportunidades sociales
Debido a la falta de espacios naturales de socialización en la edad adulta, es fundamental crear esos espacios de manera intencional. No esperes que las amistades surjan por sí solas; debes buscar activamente oportunidades. Algunas ideas para hacerlo incluyen:
- Unirte a grupos o actividades: Clubes de lectura, grupos deportivos, voluntariado, clases de cocina o idiomas. Estos ambientes facilitan la interacción social y crean una base común.
- Eventos sociales organizados: Participar en reuniones, fiestas o actividades comunitarias donde puedes conocer a personas en un ambiente relajado.
- Plataformas de redes sociales locales: Aplicaciones o grupos que organizan actividades sociales en tu área, como Meetup o incluso eventos laborales. Estos ofrecen oportunidades para conectar con personas con intereses similares.
Lo importante es salir de tu zona de confort y exponerte a nuevos ambientes.
B. Usar la vulnerabilidad como una fortaleza
La amistad genuina requiere autenticidad y vulnerabilidad. Si bien puede ser aterrador abrirse a personas nuevas, es un paso esencial para conectar a un nivel más profundo. El psicólogo Brené Brown ha investigado el poder de la vulnerabilidad y concluye que compartir nuestras experiencias y emociones, incluso nuestras debilidades, nos permite crear vínculos más fuertes.
Consejos prácticos para usar la vulnerabilidad a tu favor:
- Comparte aspectos personales: No se trata de revelar todo de inmediato, sino de permitirte ser honesto en las conversaciones. Hablar de lo que realmente te interesa, de lo que te preocupa o de tus experiencias de vida.
- Escucha y muestra empatía: La amistad también se construye ofreciendo espacio a la otra persona para compartir sus emociones y pensamientos. La reciprocidad en la vulnerabilidad crea un entorno de confianza mutua.
C. Mantener una actitud abierta
En la edad adulta, es fácil volverse selectivo o crítico a la hora de elegir amigos. Sin embargo, es importante no cerrar las puertas demasiado rápido. A veces, las amistades más significativas pueden surgir de lugares inesperados o de personas que inicialmente no parecían encajar perfectamente en tu vida.
Consejos para ser más abierto:
- No juzgues demasiado rápido: Intenta ver a las personas en sus circunstancias y aceptar que nadie es perfecto. Quizás alguien no comparta todos tus intereses, pero aún así puede ofrecerte un punto de vista diferente y valioso.
- Diversifica tu red social: Acepta personas de diferentes edades, profesiones o contextos. La diversidad en la amistad puede enriquecer tu vida de manera significativa.
D. Invertir tiempo en las nuevas conexiones
La amistad no se forma de manera instantánea; requiere tiempo y dedicación. Haz un esfuerzo consciente para mantenerte en contacto con las personas que te interesan.
Acciones concretas para invertir tiempo:
- Agenda tiempo para encuentros sociales: Si no lo haces, es probable que tus compromisos diarios se interpongan. Planifica una cena, café o incluso una caminata semanal con esa persona.
- Sé consistente: Envíale un mensaje ocasionalmente para saber cómo está, comparte eventos interesantes o planea actividades conjuntas. La consistencia en la interacción construye una base sólida para una amistad.
E. Aprovechar las redes sociales, pero no dependas solo de ellas
Las redes sociales pueden ser útiles para conectar o reconectar con personas. Sin embargo, es importante que las interacciones online no sustituyan las experiencias en persona.
Consejos para equilibrar las interacciones online:
- Usa las redes para organizar encuentros reales: Utiliza Facebook, Instagram o LinkedIn para reconectar o iniciar una conversación, pero intenta llevar esas conexiones a la vida real.
- Crea espacios más privados: En lugar de limitarte a interacciones superficiales, mantén conversaciones más profundas en chats privados o llamadas.
F. Practicar la reciprocidad
En cualquier relación, incluidas las amistades, la reciprocidad es clave. Las amistades saludables se basan en un equilibrio entre dar y recibir.
Consejos para practicar la reciprocidad:
- Ofrece apoyo emocional: Escucha activamente a tus amigos y brinda apoyo cuando lo necesiten.
- Comparte y acepta tiempo y esfuerzo: Asegúrate de que ambas partes en la amistad estén comprometidas. Si sientes que siempre eres tú quien da más, es importante reflexionar sobre el equilibrio de la relación.
G. Aceptar que algunas conexiones no prosperarán
Es posible que algunas de tus iniciativas para hacer nuevos amigos no tengan éxito, y eso está bien. No todas las personas están abiertas a nuevas relaciones, o tal vez simplemente no haya una conexión fuerte.
Consejos para manejar el rechazo:
- No lo tomes de manera personal: El hecho de que una amistad no florezca no significa que haya algo mal contigo. La vida adulta es complicada, y a veces las circunstancias simplemente no permiten el crecimiento de una nueva amistad.
- Sigue adelante con una actitud positiva: Mantén una actitud abierta y sigue buscando nuevas oportunidades. El rechazo es parte del proceso, pero no debe desmotivarte.
Beneficios psicológicos de tener amigos en la edad adulta
Es importante recordar que las amistades adultas pueden ser enormemente beneficiosas para nuestra salud mental. Investigaciones en psicología han demostrado que tener una red social sólida está relacionado con una mejor salud física, menor riesgo de depresión, mayor longevidad y un mayor sentido de bienestar.
Las amistades en la edad adulta proporcionan:
- Apoyo emocional: Alguien con quien compartir preocupaciones, alegrías y desafíos diarios.
- Sentido de pertenencia: Saber que formas parte de un grupo y que tienes conexiones significativas con otros mejora la autoestima.
- Reducción del estrés: Pasar tiempo con amigos puede reducir el estrés y mejorar el bienestar general.
Hacer amigos en la edad adulta puede ser un desafío debido a la falta de tiempo, las oportunidades limitadas y el miedo a la vulnerabilidad, pero no es imposible. Al tomar una postura proactiva, abrirse emocionalmente y dedicar tiempo a las nuevas conexiones, podemos construir amistades profundas y significativas que mejoren nuestra calidad de vida,
es verdad que llegadas unas determinadas edades la gente tiene ya sus amistades hechas, y no es fácil entablar relaciones significativas con gente nueva...pero es posible...