La construcción del Muro de Berlín el 13 de agosto de 1961 sigue siendo un recordatorio de lo que no puede volver a pasar, más bien, de lo que no debemos permitir que vuelva a pasar, bajo ninguna circunstacia, y no debemos permitírselo, como sociedad, a ninguna autoridad ni gobierno, porque lo más preciado que tiene el ser humano es su libertad.

Aquel fue sin duda un momento infame de la historia. De la noche a la mañana, familias enteras fueron divididas y los planes futuros de miles de personas fueron destruidos.

Durante muchos años, el Muro de Berlín separó la Alemania Oriental de la Alemania Occidental, actuando como una barrera física que simbolizaba las divisiones políticas entre los dos grandes bloques de la época surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. 

Desde una pequeña estructura de sacos de arena y alambre de púas hasta un muro de hormigón permanente con torres de vigilancia y soldados armados que patrullaban, el Muro se convirtió en uno de los símbolos políticos más destacados e infames del siglo XX.

A medida que aumentaron las tensiones después de que se decidiera la regla de los cuatro poderes en Potsdam, las diferencias ideológicas entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial llevaron a la construcción de una barrera que separó a familias y amigos, ya que los dos lados se convirtieron en la República Democrática Alemana y la República Federal de Alemania respectivamente.

Mucho antes de la invasión del Día D de Europa continental, Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética, mantuvieron conversaciones de alto nivel para determinar cómo administrar Alemania después de la derrota de los nazis. Finalmente, se decidió que Alemania se dividiría en cuatro zonas administrativas, una para los soviéticos, otra para los estadounidenses, otra para los británicos y otra para los franceses. 

Berlín, como capital alemana, también se dividiría en cuatro zonas administrativas. Sin embargo, Berlín estaba ubicada en lo profundo de la zona asignada a los soviéticos, a 180 kilómetros de las zonas occidentales, y este hecho geográfico perseguiría a la Alemania de la posguerra durante muchas décadas.

¿Cómo construyeron el muro de Berlín?

Era un domingo por la mañana. Mucha gente en Berlín aún dormía profundamente cuando las tropas del "Ejército Nacional Popular" de Alemania Oriental, la policía fronteriza, los oficiales de policía y los miembros de los llamados grupos de brigadas de trabajadores comenzaron a cerrar las carreteras y las vías férreas de la ciudad.

Los trabajadores de la construcción colocaron alambre de púas a lo largo de las fronteras entre el este y el oeste de Berlín. El pavimento estaba arrancado en las carreteras que unían el este con el oeste. Todas las conexiones de transporte fueron cerradas.

La realidad es que la gente de Berlín fue tomada completamente desprevenida, al menos la gran mayoría de habitantes. El 15 de junio de 1961, Walter Ulricht, el jefe de estado de la República Democrática Alemana había declarado: "Nadie tiene la intención de construir un muro". Menos de dos meses después, se hicieron patentes sus mentiras.

El muro se levantó de la noche a la mañana. Familias, amigos y vecinos quedaron separados de un día para otro. Hubo escenas dramáticas cuando las personas intentaron desesperadamente cruzar la frontera.

Pronto, las primeras personas pagaron con sus vidas el intentar huir. El 24 de agosto de 1961, solo 11 días después de que se sellara la frontera, Günter Litfin intentó cruzar a nado el Osthafen cerca del Hospital Charité hacia Berlín Occidental. Fue descubierto y baleado por agentes de la policía de transporte.

Poco a poco, el alambre de púas fue reemplazado por una frontera cada vez más armada que recorría Berlín y sus alrededores durante casi 43,1 kilómetros. 

Las autoridades de la Alemania Oriental construyeron el muro para evitar que la gente huyera hacia el oeste, y es que la gente rechazaba las políticas seguidas por las autoridades counistas del Este o por las dificultades para conseguir suministros básicos de bienes y servicios.

La construcción del muro consiguió evitar deserciones masivas. Pero la gente todavía anhelaba la libertad. A pesar del alambre de púas, las minas terrestres y la orden de disparar a los posibles desertores en cuanto los vieran, la gente nunca dejó de intentar cruzar el muro y con ello la frontera entre Alemania oriental y Alemania occidental. Ni siquiera las draconianas penas de prisión impuestas por cualquier intento de fuga pudieron detenerlos.

Más de 40.000 ciudadanos de la República Democrática Alemana lograron huir por el muro o cruzar la frontera entre los dos estados alemanes. Al menos 260 hombres y mujeres pagaron con sus vidas el intento y al menos 140 personas murieron en el Muro de Berlín. (algunas fuentes de datos parece que no han sido verificadas)

Los últimos tiros fatales al Muro de Berlín se realizaron el 5 de febrero de 1989, nueve meses antes de la caída del muro, y en noviembre de 1989 se puso fin a este triste capítulo de la historia alemana después de 28 años.

A pesar de los años transcurridos, creo que es importante mantener viva la memoria de la injusta dictadura en la República Democrática Alemana (bajo un régimen comunista, de democrática tenía poco) y rendir homenaje a las víctimas.

Un lugar que deben visitar si se encuentran en Berlín es el Monumento al Muro de Berlín, construido en 1998 en lo que solía ser la franja fronteriza en Bernauer Strasse. Además, el Museo del Centro de Refugiados de Marienfelde es el principal museo de Alemania que conmemora a las personas que huyeron y abandonaron la República Democrática Alemana. 

Mucha gente también visita la exposición permanente en lo que coloquialmente se conoce como el Palacio de las Lágrimas, el antiguo paso fronterizo en la estación de Friedrichstraße. Los visitantes pueden ver cómo funcionaba el control fronterizo, con una cabina de control de pasaportes original...

Nunca debemos dejar que la tiranía, del color que sea y tenga la ideología que tenga, nos quite nuestra libertad. El Muro de Berlín, y su caída, es un recuerdo que deberíamos tener muy presente en nuestras vidas.