Sales de casa, ladeas tu cabeza hacia el sur de la provincia segoviana y tu mirada se topa con frondosas laderas y rocosas cumbres que hacen de frontera con Madrid.
En un intento de recuperar el contacto con el paisaje que he dejado de atender debido a mis prolongadas estancias en Madrid, me pongo las botas, agarro los bastones y con la compañía de mi padre, nos dirigimos hasta el Puente de la Cantina, en el Real Sitio de San Ildefonso.
Ascendemos en altitud por un camino con impetuosas cuestas hasta que llegamos al Mirador de Peña Citores y me topé allí con unas vistas que ansiaba por encontrar de nuevo. Veo los montes de la sierra, veo los pinares, veo el campo segoviano, veo al fondo la ciudad de Segovia, con su imponente Catedral, veo mi pueblo (Palazuelos de Eresma) y el resto de los municipios que se emplazan en sus proximidades. Veo calma, huele a aire puro, se oye como las montañas aún están despertando. Con la brisa agitando las hierbas y matorrales que visten la ladera.
Continuamos ascendiendo y llegamos a punto de convergencia con el camino que sube hasta Peñalara y el camino que lleva hasta el mirador del que procedíamos. Sin embargo, decidimos emprender la bajada. Podríamos haber seguido subiendo hasta Peñalara, pero eso será plan para otro día. Ya era casi la hora de comer y había que llegar a casa.
Peñalara es la montaña más alta de la Sierra de Guadarrama y una de mis cumbres favoritas de este conjunto montañoso. Es como un gran padre que cuida de toda la provincia. Es como un recordatorio de que es posible encontrar paz y quietud en un mundo tan acelerado.
“Coronar la cumbre” es una expresión que usan los excursionistas en la montaña para referirse a alcanzar la cima. Sin embargo, muchos de ellos, no alcanzan el verdadero objetivo de la caminata. Llegan a la cima y abordan la bajada sin desarrollar ningún tipo de actitud contemplativa por la ceremonia visual que se abre ante sus ojos. Ven, pero no quieren mirar. Que actitud tan irrespetuosa por su parte.
“Coronar la cumbre”, desde mi punto de vista, va más allá de llegar a la cima. Es dejar un pedacito de ti en la cumbre y llevarte un pedacito de la cumbre contigo. Es empaparte del paisaje, del viento, del ruido y del no ruido que irrigan el lugar. “Coronar” también es apreciar.
Totalmente de acuerdo 😉