A menudo cuando oímos hablar de piratas pensamos en nombres como John Hawkins, Edward Teach (alias Barbanegra), Anne Bonny (posiblemente la mujer pirata más famosa de la historia), William Kidd, Henry Morgan, Pieter Van der Does o el mismísimo Francis Drake, pero España también tiene, como en otras muchas áreas, una rica e interesante historia en lo que a piratería se refiere, aunque no sea tan conocida por el público en general.

En realidad, el personaje del que voy a hablarles, y cuya historia bien merecería una serie de televisión en Netflix o HBO e incluso una película de Holllywood, llegó a ser corsario. 

Para quien no lo sepa, un corsario era alguien que tenía autorización del gobierno de su nación (patente de corso), bajo cuyo pabellón navegaba, para perseguir piratas o barcos de naciones enemigas, quedándose con los botines capturados o parte de ellos, y sujetándose a reglas previstas por la legislación (lo normal era que el mismo individuo fuera considerado corsario por sus compatriotas y pirata por sus enemigos).

Nuestro personaje en cuestión se llamaba Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera Machado, aunque ha pasado a la historia como Amaro Pargo (1678-1747).

Nació en San Cristóbal de la Laguna (Tenerife, Islas Canarias, España). Su apodo (Pargo) fue adoptado por la semejanza con el pez de dicho nombre, habitual en Canarias, poderoso nadador, de hocico puntiagudo y que en ocasiones le gusta camuflarse.

Tuvo una juventud influenciada por la presencia y el auge de la piratería en el entorno de las Islas Canarias, y más concretamente en la isla de Tenerife, de acantilados propicios para el asalto y refugio para estos bandidos del mar. Vivía en una zona poblada de barcos con bucaneros a la espera del intercambio de productos, y por ella pasaban innumerables rutas de comercio entre Europa y el Nuevo Mundo (América).

Se embarcó siendo muy joven (ya había demostrado para entonces, y con creces, sus aptitudes para el comercio) y fue aprendiz de botamen, sirviendo en varios navíos aprendiendo los trabajos propios de un marinero.

En 1701 sucede un hecho que mascará su vida. A la edad de 23 años, a bordo del navío Ave María, alias "La Chata", y siendo alférez, fueron abordados, aconsejando al capitán que simulara una rendición para sorprender luego al enemigo y lograr el triunfo, arrebatándole el botín.

Los capitanes de los dos navíos comenzaron a luchar, y aprovechando la confusión, Amaro saltó al barco rival para tapar los agujeros de los cañones enemigos para que, al hacer fuego, resultaran inútiles, mientras daba aviso a su barco para que disparasen (no me digan que no es de película!).

Al final se llevaron todo de sus enemigos, y en señal de agradecimiento, el capitán regaló a Amaro su primer barco, con el que se independizó y dio sus primeros pasos en el mundo corsario y comercial. El comercio, incluído el de esclavos, con Europa y América reportó grandes beneficios que hicieron muy rico a Amaro Pargo (entre estos beneficios, se hizo con 4 navíos, más los compartidos con otros capitanes).

Fue un tipo que bebía poco, le gustaba el orden, no admitía a mujeres a bordo de su nave para evitar distracciones de la tripulación, y tampoco toleraba las apuestas a los naipes o a los dados (todos las problemas/peleas debían resolverse en tierra, nunca a bordo).

Pese a su vida dedicada a la piratería, su actividad negrera, sus múltiples batallas y escaramuzas en aguas Canarias y del Caribe con otros piratas (incluido el mismísimo Barbanegra) y marinos de toda índole, fuentes de la época destacan su actitud "bondadosa" para con los débiles. Saqueaba dentro de un orden, y su principal arma era el engaño, para acercarse a los navíos sin levantar sospecha alguna.

Fue además un ferviente devoto y solidario con su gente, destinando parte de sus botines a los más necesitados de la época. Fue muy perseguido pero siempre se escapó de la justicia.

Fue responsable de importantes obras de caridad para las iglesias, instituciones religiosas, y la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, ahora la Catedral de San Cristóbal de La Laguna. Tuvo una profunda amistad con la monja Sor María de Jesús, quien le dio consejos espirituales a menudo.

También tuvo un hijo, al que finalmente no reconocería, con la cubana Josefa Mª del Valdespino, llamado Manuel de la Trinidad Amaro. Esta señora habría vivido como su amante y sin palabra de casamiento (se quedaba con ella cuando iba a La Habana).

Tras una vida dedicada al pillaje en la mar, se hizo con una inmensa fortuna, compuesta por más de 900 fanegas de tierras, 60 casas, 15 heredades de viña, tributos monetarios y de trigo, además de valiosas joyas y gran cantidad de dinero (se habla de quinientos mil pesos fuertes, una cifra extraordinaria para la época). Obtuvo incluso el título de noble, consiguiendo la real certificación de Nobleza y Armas, en Madrid, el 9 de enero de 1727.

Cuenta la leyenda (porque todo gran pirata tiene su propia leyenda) que escondía un gran tesoro en la isla de Tenerife, que aún no ha sido encontrado. A ello se debe, supongo, el constante saqueo de su casa en Machado (El Rosario) para abrir un misterioso cofre, en el que supuestamente guardaba documentos, joyas, piedras preciosas, porcelanas, etc. (tesoro que parece ser que tenía catalogado en un libro forrado en pergamino, marcado con la letra D, del que tampoco hay rastro). Es conocida también la cueva de San Mateo (Punta del Hidalgo-Tenerife) que servía para esconder sus botines.

Fallecido en 1747, en la Laguna, su tierra natal tinerfeña, fue enterrado en el sepulcro de sus padres, en el templo de Santo Domingo de Guzmán. La lápida de mármol es muy curiosa, ya que tiene grabado el escudo de armas de la familia Rodríguez Felipe, y varios símbolos característicos que marcaron su vida, como el guerrero saliente con armadura, los puñales y los cañones, y como no, a los pies del sepulcro, una calavera guiñando el ojo derecho y las dos tibias cruzadas.

Nota curiosa: la vida y obra de este pirata canario, aunque con nombre distinto, aparece en el videojuego "Assasin´s Creed IV Black Flag".