El número de ONGs internacionales se está estancando, su influencia está disminuyendo y su reputación está seriamente tocada.
La razón fundamental del declive global del sistema de las ONGs no reside tanto en problemas de financiación, que también, sino en la creciente conciencia de la sociedad global sobre el papel de estos actores como herramientas de una política destinada únicamente a apuntalar el poder.
¿Quién las financia realmente? ¿A quién sirven? ¿Qué intereses representan? Estos interrogantes ya no pueden desatenderse.