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Historia

El Niño de Turkana, nuestro antepasado fósil mejor conservado

El Niño de Turkana, nuestro antepasado fósil mejor conservado

Conocido coloquialmente como "Niño de Nariokotome" o "Niño de Turkana", nombres que hacen referencia al yacimiento y el lago de Kenia (África), respectivamente, donde fue encontrado, su nombre científico es KNM-WT 15000 (cifra de referencia por Kenya National Museum-West Turkana).

Es un esqueleto casi completo (sólo le faltan algunos fragmentos, además de las manos y los pies), que corresponde a un joven que falleció, se decía, a los aproximadamente 11-12 años de edad hace alrededor de 1,6 millones de años, al inicio del Pleistoceno.

Los restos fueron encontrados en 1984 en la zona occidental del lago Turkana, el más alcalino del mundo según dicen, en la actualidad en una zona desértica (pero hace 2 millones de años fue una gran ona fértil y frondosa y constituía un buen lugar para que los humanos se desarrollaran), al norte de Kenia, no lejos de la frontera con Sudán y Etiopía. 

Este niño es en realidad sólo uno de los muchos fósiles de estos humanos que se han hallado en este lugar, que se ha convertido en un lugar emblemático para la paleontología.

El hallazgo de estos restos tan bien conservados, supuso una gran noticia en lo que respecta al conocimiento de nuestros antepasados como seres humanos, ya que pertenecen al Homo ergaster, son posteriores al Homo habilis y anteriores al Homo erectus y antecessor.

Como he comentado, y para los que nos gustan estas cosas, es por lo que parece, el fósil más completo de los primeros humanos que se haya descubierto hasta el momento, y fue descubierto por el buscador de fósiles keniano Kamoya Kimeu, miembro del equipo de paleoantropólogos que entonces dirigían Richard Leakey, director del Museo Nacional de Kenia, y Alan Walker, de la Universidad Johns Hopkins de Washington.

Los restos corresponden a un varón de unos 11-12 años de edad (aunque su histología dental podría indicar que este individuo falleció antes de cumplir los 8 años en realidad) y debía tener una estatura de entorno a 1,60 metros. Dicha estatura es considerable y la osificación de las articulaciones parece ser que estaba mucho más avanzada de lo que correspondería a un niño actual de 8 años.

Sus huesos, incluídas las costillas, han resultado ser prácticamente iguales a los del hombre moderno, con excepción del cráneo y la mandíbula (aún con dientes de leche), que tienen un aspecto más primitivo. Eso sí, su capacidad neurocraneal si es sustancialmente inferior a la del hombre actual (de hecho correspondería a la capacidad neurocraneal de un niño de 1 año en la actualidad), y su capacidad para haber desarrollado una lenguaje oral parece que fue muy improbable.

Hasta su descubrimiento, casi nada se sabía a ciencia cierta acerca de la anatomía del Homo erectus (algunos consideran que el Homo ergaster y el Homo erectus son en realidad la misma especie de homínido, mientras que otros creen que el Homo ergaster fue el antecesor del Homo erectus). 

Casi un centenar de individuos de esta especie se habían encontrado en varias partes del mundo, pero esto significaba encontrar un pequeño pedazo del cráneo o la mandíbula, un fragmento de fémur, de pelvis, etc. Con el Niño de Turkana, no sólo la variedad de los huesos crecieron, sino también la calidad.

Junto a los restos de este Niño de Turkana se encontraron también algunas herramientas ya medianamente elaboradas. 

Las causas de su muerte aún no están del todo claras, pudo ser un accidente, una infección..., pero lo que resulta obvio es que gracias a sus restos sabemos hoy un poco más de dónde venimos y cómo hemos evolucionado.

Comentarios (1)

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diegolop • Hace 3 años, 4 meses

África no deja de sorprender...