Hoy las vemos en cualquier supermercado, es normal para todos nosotros. Las vemos de muchos tipos, tamaños y contenidos, pero aunque hoy en día son muy comunes, no siempre fue así...

Este tema es muy curioso y para hablar de él tenemos que remontarnos al siglo XVIII, cuando conservar los alimentos durante largo tiempo se había convertido en una urgente necesidad para las sociedades. Especialmente importante era el caso de los ejércitos y los marinos, que necesitaban que los alimentos se conservaran en buen estado durante muchos meses e incluso años.

Incluso los métodos utilizados hasta ese momento, como podían ser la salazón o el secado/deshidratado, presentaban problemas, a la larga, de tiempos de almacenamiento, mal sabor y hasta de perjuicios para la salud.

Fue un francés, un tal Nicolás Appert (1749 - 1841), confitero de profesión, el que inventó lo que vendría a ser el primer método de conservación a largo plazo de alimentos, cambiando para siempre el mundo de la alimentación. 

Alrededor de 1795 Appert ideó un procedimiento de conservación sencillo y eficaz, y que básicamente consistía en colocar los alimentos a conservar en un tarro de cristal cerrado herméticamente y hervirlo durante un cierto período para generar las condiciones adecuadas de durabilidad.

Viendo el éxito conseguido por Appert, a otro francés, Philippe de Girard, se le ocurrió explotar económicamente el invento. Para ello, Girard aportó una innovación definitiva: usar en vez de tarros de cristal recipientes de hojalata (láminas de hierro bañadas en estaño) asociándose don un empresario inglés, Peter Durand.

Y siguió la cadena, de tal manera que Durand vendió la patente a otro empresario, Bryan Donkin, un conocido ingeniero e inventor, y 2 años más tarde, éste inauguró la 1º fábrica de latas de conserva de la historia. El invento llegó a las altas estancias de la nobleza y corona inglesas, hasta la mismísima reina de Inglaterra, a la que agradó este avance.

Donkin se convirtió en suministrador oficial de comida enlatada para la real marina británica, aunque inicialmente su uso se limitó a los soldados enfermos, y pese a que la fábrica cerrço en 1821, muchas otras continuarían la producción de latas tanto en Europa como en América.

Claro, tras las latas, que en sus inicios eran grandes y pesadas, llegarían los abrelatas en la década de 1850, cuando la mecanización permitió hacer latas más manejables. En principio estos artilugios se decoraban de diversas formas, y se hicieron muy populares los que tenían una cabeza y cola de toro, que se repartían con las latas de una carne de vacuno. 

En 1870, el norteamericano William Lyman inventaría el abrelatas de rueda cortante, y desde entonces, el uso de las latas se generalizó de forma masiva.