Conocido también como "el Versalles vienés", fue residencia imperial de verano de la dinastía Habsburgo (del s.XVIII al XX). Es precioso, e inmenso, y merece la pena mencionar algunas curiosidades que me llamaron la atención.

No sólo conserva su arquitectura barroca en muchas de sus estancias (de las 307 que tiene, 40, si no recuerdo mal, son visitables), conservando una de las pocas muestras que aún existen del estilo rococó austriaco, sino que, originalmente, no se planeó como un palacio, sino como una residencia de caza, encargada por Leopoldo I para su hijo José I, en 1693 (no estaba mal la idea para ir de caza...).

Fue Maria Teresa, la madre de Maria Antonieta, quien mandó ampliar la propiedad, recuperado su esplendor, años atrás perdido, y trasladó la corte aquí. 

Cuando Napoleón ocupó Viena (1805-1809), se alojó en este palacio.

La monarquía desapareció en 1918, y desde entonces pertenece al gobierno.

Hay aquí un museo infantil, en el que puede verse cómo vivían los niños de la familia imperial. Los niños pueden vestirse de príncipes y princesas y tocar juguetes antiguos, y también se organizan tours guiados por el palacio.

Una cosa que no esperaba es que hay una suite dentro del palacio donde uno puede alojarse, es la Schönbrunn Grand Suite, con interiores de lujo y con decoración basada en la antigua residencia real, y desde donde pueden verse los jardines desde otra perspectiva, privilegiada. Son dos habitaciones, una sala de estar, un salón y dos baños, con chef privado y paseo en carruaje, eso sí, ahorren si piensan hacerlo porque la tarifa más económica ronda los 500 € la noche creo.

La Great Gallery, fue escenario del encuentro, en 1961, entre John F. Kennedy y NIkita Khrushchev durante la Guerra Fría.

Y ya lo he mencionado antes, en una historia anterior, pero han de probar la repostería del café que se encuentra aquí, es genial...jeje