Parece ser que esta forma de comercio apareció hacia el neolítico, hace unos 10.000 años, con la aparición de la agricultura, y se basa en el intercambio de productos, osea, lo que una persona tenía y no necesitaba, se cambiaba por otra que otra persona poseía y tampoco necesitaba.

Para que se genere el trueque es necesario que la producción de productos genere excedentes. En los inicios de la humanidad, esta actividad era prácticamente nula, ya que el ser humano cazaba para satisfacer sus necesidades inmediatas, además de que la conservación de los productos era casi imposible.

Con la aparición de la agricultura y la ganadería, comienzan a generarse excedentes, y este exceso de bienes de consumo redujo la jornada de trabajo e hizo posible el intercambio de productos. Es así como en las sociedades pudieron intercambiar, por ejemplo, un jarrón de vino por un poco de trigo, o pieles por carne.

Parece que el trueque, entendido como actividad comercial, se inicia entorno al año 6000 a.C., en Mesopotamia. Muchos pueblos de distintos continentes lo adoptaron. Los fenicios, por ejemplo, adoptaron el sistema en su comercio con otros pueblos, o por ejemplo los babilonios, para los que fue especialmente interesante, ya que les permitió intercambiar productos por prendas de vestir, especias, alimentos e incluso armas.

Un producto especialmente interesante, y básico en los intercambios, fue la sal, ya que cumplía diversas funciones, especialmente en la conservación de los alimentos. Incluso, el pago por el trabajo de una persona podía ser con este importante elemento (se ahí la palabra "salario").

Las consecuencias de esta actividad fueron inicialmente la propiedad privada y la riqueza (los excedentes o sobrantes de una actividad productiva son el inicio de la riqueza), y apareció entonces lo que se conoce como división del trabajo, lo que fue necesario para conseguir una actividad que fuera fructífera.

Este sistema de "intercambio comercial" desapareció (aunque no del todo, ya que hoy por hoy en ciertos lugares del mundo y en ciertas comunidades se mantiene aún) como forma habitual de comercio por varias razones:

Una persona no necesitaba lo que la otra persona disponía para el cambio. Un ejemplo de esto es que, si un artesano de collares necesitaba trigo, debía encontrar a una persona productora de trigo que quisiera collares. En su defecto, debía buscar cambiarlo por un bien que el productor necesitara para cambiarlo y poder hacer el trueque.

Establecer el valor de los productos. Otra de las cosas que dificultaban esta actividad era saber el valor de las cosas, por ejemplo qué cantidad de lana se daba por un jarrón de vino.

Para solventar esta circunstancia, se tomó un producto como valor referencial, un elemento que sirviera para regular los intercambios. Al principio se usó el ganado y el trigo para establecer el valor de los artículos, por ejemplo, una vaca se podía conseguir si se ofrecía una cantidad de trigo estipulado. Aunque seguía siendo trueque, el sistema era más sencillo y justo.

Sin embargo, surgió la necesidad de hacer divisible el producto, es decir, debía fragmentarse para hacer intercambios por cantidades más reducidas. También, debían ser fáciles de transportar y almacenar (p.e. bolsitas de sal). En algunas sociedades se empezaron a utilizar el oro, el bronce, la plata o el hierro, para llevar a cabo los trueques.

Con la llegada de estos elementos, las preferencias cambiaron, ya que eran productos que no se dañaban y se podían almacenar, especialmente la plata y el oro. Con estos métodos, se dio inicio al uso de la moneda como factor principal de las transacciones comerciales, y el fin del trueque...