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Ciencia

Desmontando el pánico climático: Datos reales vs. narrativas exageradas

Durante las últimas décadas, hemos sido bombardeados con relatos alarmistas que predicen un aumento catastrófico de las temperaturas globales y advierten que el planeta se encuentra al borde de un punto de no retorno.

¿Existen problemas como la contaminación, la deforestación y la acumulación de residuos? Sí, y es fundamental abordarlos. Sin embargo, esto no equivale a la supuesta emergencia climática, que ha sido convertida en una herramienta de manipulación social.

Los activistas climáticos, a quienes algunos denominan la "secta de la calentología", insisten en que el culpable de esta crisis inminente es el aumento del CO2 producido por la actividad humana. Su solución es la política de "cero emisiones netas", cuyo objetivo es reducir la presencia de CO2 en la atmósfera a niveles similares a los de la era preindustrial, en el siglo XVIII.

Estos activistas sostienen que el tiempo se agota y que es imperativo actuar de inmediato: “¡Solo quedan cinco minutos para la medianoche!”, claman. Sin embargo, a pesar del discurso repetido por los medios, miles de científicos discrepan de esta narrativa. Se nos dice constantemente que "la comunidad científica está preocupada por el calentamiento global", pero esta comunidad no es homogénea y muchos expertos no respaldan la versión oficial de la emergencia climática.

En sus discursos apocalípticos, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, cita simulaciones por ordenador, no datos del mundo real. Greta Thunberg, por su parte, admitió ante el Congreso de Estados Unidos que sus declaraciones alarmistas carecían de base científica. Pero esta información no suele difundirse en los medios.

¿Por qué, entonces, existe tal discrepancia entre las predicciones catastróficas de los activistas climáticos y la visión más mesurada de muchos científicos del clima?

Pocos ciudadanos saben que todas estas proyecciones alarmantes provienen de modelos informáticos, cuyo margen de error puede ser enorme. Tenemos ejemplos de predicciones fallidas en la economía o en las pandemias recientes. Los resultados de estos modelos dependen de las variables y supuestos que sus creadores introducen.

Durante los últimos 50 años, las predicciones de estos modelos sobre el calentamiento global y sus consecuencias han sido incorrectas. Desde la ingeniería, se considerarían herramientas más que cuestionables.

En general, los modelos tienden a exagerar el aumento de temperatura, y los fenómenos meteorológicos extremos son usados deliberadamente para reforzar estos pronósticos alarmistas. Sin embargo, si analizamos estos eventos en su contexto histórico, encontramos que siempre han sido parte del comportamiento climático normal.

Los escépticos manejan los mismos datos que los defensores de la emergencia climática, pero no ven en ellos el supuesto calentamiento catastrófico. A lo largo del siglo XX, la temperatura aumentó de aproximadamente 13,6 grados a 14,5 grados, pero no de manera uniforme. El ascenso comenzó alrededor de 1910, mucho antes de que las emisiones de CO2 pudieran ser un factor determinante. Hubo un período de estabilidad entre 1945 y 1975, seguido de un nuevo ascenso hasta 1998. Desde entonces, la temperatura global ha permanecido prácticamente estable, a pesar del continuo aumento del CO2.

En 1990, el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) predijo que para 2025 la temperatura aumentaría 1ºC respecto a 1990, con un ritmo de 0,3 grados por década. Sin embargo, las mediciones indican que el incremento real ha sido de entre 0,13 y 0,18 grados por década, y en los últimos años, la temperatura apenas ha variado.

Los modelos informáticos proyectan un futuro catastrófico que no se ve reflejado en las observaciones. Confiar en las mediciones reales es más sensato. Así como el telescopio James Webb ha revolucionado nuestra visión del universo con imágenes precisas, los modernos satélites han proporcionado datos climáticos fiables desde 1979. Y estos datos NO muestran un calentamiento extremo. Lo mismo han demostrado las mediciones con globos meteorológicos.

Si examinamos los registros desde el inicio de la era industrial (1850), vemos que la temperatura en 2020 era 1,1 grados superior a la de entonces. Si extrapolamos la tendencia de los últimos 40 años hasta 2050, tendríamos un aumento total de 1,6 grados desde 1850. ¿Es esto alarmante?

Para ponerlo en perspectiva, la diferencia de temperatura entre Oslo y Singapur es de 22 grados, catorce veces mayor que el calentamiento proyectado para 2050. Y, sin embargo, ambas ciudades prosperan. Esto demuestra que la clave no es la mitigación, sino la adaptación.

Históricamente, la humanidad ha demostrado una capacidad notable para adaptarse a entornos cambiantes, incluidos drásticos cambios climáticos. Oslo y Singapur son ejemplos de cómo el ingenio humano supera los desafíos.

¿Todavía creen que estamos al borde del colapso?

Incluso si el CO2 fuera el único responsable del calentamiento, la mejor estrategia seguiría siendo la adaptación, no medidas drásticas y empobrecedoras. Vale la pena recordar que en períodos de enfriamiento del pasado, el CO2 en la atmósfera continuó aumentando. Claramente, otros factores naturales también influyen en el clima.

En los polos, mientras que el Ártico ha mostrado cierto deshielo, la Antártida no ha experimentado una reducción significativa de su masa de hielo. Además, en el Mar de Bering, el hielo marino alcanzó hace pocos años su mayor extensión desde 1979.

El desierto tampoco está avanzando, a pesar de afirmaciones en contrario. De hecho, las lluvias en el Sahel han aumentado desde los mínimos de los años 70 y 80. Además, la Tierra tiene hoy más vegetación que hace décadas, gracias al CO2, que favorece la fotosíntesis. En España, la masa forestal ha crecido un 50% en los últimos 40 años.

A quienes consideran al CO2 un contaminante, les recordamos que es esencial para la vida en la Tierra. En períodos históricos con mayores concentraciones de CO2, por ejemplo durante toda la era secundaria y casi toda la terciaria, la vegetación era más abundante. Además, un mayor nivel de CO2 permite a las plantas resistir mejor las sequías.

Si realmente nos preocupa el futuro energético, tenemos suficiente tiempo para desarrollar soluciones eficientes, como la energía nuclear moderna, en lugar de imponer restricciones absurdas.

No permitamos que organismos supranacionales como la ONU, la UE o el Foro Económico Mundial nos infundan miedo con narrativas alarmistas. Quienes viven de esta alarma climática no deberían usar fenómenos extremos para manipular a la sociedad.

El calentamiento global, que comenzó tras la Pequeña Edad de Hielo en 1700, es un proceso natural y no ha causado problemas graves. Es más razonable disfrutar del clima actual que temer a un hipotético enfriamiento futuro.

La innovación nos permitirá enfrentar cualquier cambio climático sin necesidad de regresar a la Edad de Piedra con políticas restrictivas y costosas.

Las muertes relacionadas con desastres climáticos han disminuido con el tiempo, a pesar del alarmismo mediático. No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando los huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales similares, o haciéndolos más frecuentes. Sociedades más ricas y resilientes han reducido el impacto de estos eventos.

La ideología detrás de los modelos climáticos nació con el Club de Roma en los años 70, promoviendo una visión maltusiana que beneficia a las élites y perjudica a la población general. Décadas de cumbres climáticas no han reducido la concentración de CO2 en la atmósfera, pero sí han costado enormes sumas de dinero que podrían haberse destinado a la adaptación.

La ciencia climática debería ser menos política, y las políticas climáticas más científicas.

El clima de la Tierra siempre ha cambiado y el calentamiento actual es más lento de lo proyectado por el IPCC. Los modelos han exagerado el impacto humano y han ignorado los beneficios del CO2.

No hay emergencia climática. No hay razón para el pánico.

Yo abogo por la DECLARACIÓN CLIMÁTICA MUNDIAL respaldada por cientos de científicos de todo el mundo, que respaldan un debate más riguroso y libre y no tanta ideología e intereses. La adaptación es y será la clave.

Comentarios (6)

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rodi • Hace 3 meses, 2 semanas

los medios son tan culpables de las mentiras y exageraciones como los organismos supranacionales...

gem38 • Hace 3 meses, 3 semanas

lo peor es la cancelación social sin que haya debate por parte de los supuestos científicos...

victorgo18 • Hace 3 meses, 3 semanas

👍

diegolop • Hace 3 meses, 3 semanas

si la ciencia es debate, y no lo hay, toda esta "comunidad científica oficial" está demostrando que no permiten el debate, y hoy se llama negacionista a cualquiera, simplemente porque cada vez más científicos piensan que aquí algo no cuadra...

pedro • Hace 3 meses, 3 semanas

a mi lo que me cabrea de todo esto es que, si la ciencia es debate, ¿por qué no lo hay públicamente? ¿por qué se persigue al que piensa distinto, al que está proponiendo que esto no es como nos están contando?

virgilop • Hace 3 meses, 3 semanas

no puedo estar mas de acuerdo lex