Este precioso pueblo, situado a unos 40 km de la ciudad medieval de Friburgo, es conocido sobre todo por su popular queso con denominación de origen, uno de los más conocidos del mundo, el queso Gruyere (por cierto, no tiene agujeros, al contrario de lo que mucha gente cree, yo me enteré allí); es el emmental el de los agujeros, también elaborado en Suiza).
El queso Gruyere es un queso duro aromático, elaborado con leche de vaca entera, de pasta prensada y cocida y que se caracteriza por una corteza granulada y dura, aunque su pasta es blanda y se puede cortar con facilidad. Su producción se extiende por los cantones suizos de Friburgo, Neuchâtel, Vaud, Jura y Berna. Su elaboración se menciona, según parece y por primera vez, en el año 1115, así que ya ha llovido desde entonces...
Pero Gruyères es mucho más que su famoso queso. Es también un pintoresco pueblecito medieval de cuento con más de 800 años de historia, coronado por un precioso castillo fortificado, que data del s. XIII.
La leyenda cuenta que Gruyères fue fundada unos 400 años d.C. por Genserico, el entonces rey de los vándalos. Se dice que, en el cielo rojo sangre del atardecer, vio volar una grulla (en francés "grue") y decidió construir allí la ciudad (por esa razón, el escudo de Gruyères muestra una grulla sobre un fondo rojo, y todavía hoy, el símbolo del animal heráldico de los antiguos condes de Gruyères está muy presente en toda la región).
Esta región es ciertamente un lugar de leyendas, como p.e. la de John the Cripple (Juan el Tullido), que dice así:
"La condesa de Gruyères era hermosa, amable y tenía un gran corazón. Podría pensarse que tenía todo lo que uno podría desear. Lamentablemente, sin embargo, estaba triste porque no tenía hijos y, por tanto, herederos.
Todas las mujeres de esta pequeña ciudad realizaban sus ocupaciones diarias rodeadas de su pequeña prole sonrojada, sana y revoltosa, y sin embargo ella, la condesa, salía sola, triste y afligida a llorar y rezar en las distintas capillas de la zona. Invocaba al Todopoderoso todos los días, quería un hijo.
En la misma época, una figura muy conocida, Juan el Tullido, deambulaba por el distrito. Nadie sabía de dónde venía ni adónde se dirigía, pero parece ser que nunca pasaba por una iglesia o capilla al borde del camino sin entrar para rezar algunas oraciones. No tenía un centavo, tenía que mendigar por la comida, pero siempre estaba alegre, era amable y muy sabio, por lo que su bolsa nunca estaba vacía.
Una Nochebuena, fría y nevada, mientras todos estaban de celebración al calor de sus hogares y familias, la condesa se sintió totalmente deprimida. Buscando desesperadamente consuelo y ayuda, se metió en la pequeña capilla dedicada a San Juan y dejó fluir su dolor. Sollozó y sollozó, sin hacer caso de cualquier otra presencia en la capilla. Juan el Tullido también estaba allí, quedó impresionado por la enorme desesperación de la desconocida y quiso consolarla, ofreciéndole un trozo de pan, todo lo que tenía. La condesa lo reconoció, sabía que era bueno y amable, así que le suplicó que la bendijera y orara con ella por el hijo que tanto deseaba.
El otoño siguiente, hubo un enorme regocijo por la fiesta de la cosecha, pero no sólo por eso, la condesa había dado a luz a un magnífico niño. Fue bautizado como Juan y sería el próximo Conde de Gruyères"
Pero sigamos, les recomiendo visitar el castillo fortificado, ya que las vistas desde su terraza de la región prealpina son fantásticas, además de que algunas de las exposiciones que pueden verse en él son muy entretenidas. Por otro lado, el recorrido que se puede hacer en el interior: la sala de caballeros, las torres, las almenas, la muralla fortificada, el jardín..., sin duda creo que les gustará, a mi me encantó.
Si llegan hasta aquí no pueden dejar de pasear por las callejuelas del pueblo, y por supuesto probar las especialidades de la zona, con la fondue como estrella, o los platos típicos de la Bénichon (de hecho, hasta hay una Academia de la Fondue, donde maestros queseros revelan los secretos de la perfecta preparación de una buena fondue).
Además, para los amantes del chocolate, existen talleres para apuntarse en la Chocolaterie de Gruyères, e incluso, en un desayuno, pueden conocer la historia de este producto, famoso en el mundo entero (aconsejable visitar la fábrica de chocolates Maison Cailler).
Por último, hay dos lugares a visitar, que en principio no parecen encajar con el entorno, de hecho parece que "no pegan ni con cola", como suele decirse, pero que ahí están, es algo curioso. Por un lado, el Museo del Tibet, que tiene una gran colección de arte tibetano (pinturas, esculturas, objetos rituales...). La otra curiosa atracción es el Museo HR Giger, dedicado a este artista suizo que ganó un oscar por los efectos visuales de la película "Alien".
Espero les guste si deciden visitarlo!
De postal!!! 😍😍😍
me lo apunto sin duda 😉
vaya sitio, me encanta, un país pequeño pero con unos paisajes fantásticos...
espectacular lugar y paisajes...😍