Fueron el equivalente romano a los actuales yates de superlujo, con una tecnología que no volvería a verse durante muchos años.
Depravado, extravagante, cruel, asesino, psicópata e incluso demente en sus últimos años según se dice, Calígula (su nombre real era Cayo César Germánico) fue el 3º emperador romano, y es conocido en la historia de Roma por sus excesos, que culminaron con su asesinato (más de 30 puñaladas) a los 29 años, tras sólo 4 años como emperador, a manos de varios miembros de la Guardia Pretoriana.
Encargó a sus arquitectos navales la construcción de unos barcos de 70 metros de eslora y 20 de manga (como dos pistas de tenis). Se construyeron a orillas del Lago Nemi, a 24 km al Sur de Roma.
Estos barcos eran auténticos palacios flotantes, con suelos de mármol y mosaico, agua corriente, baño en al menos uno de los barcos, tejados dorados, un templo dedicado a Diana y cañerías de arcilla para calentar el suelo del barco (el mismo sistema que en las termas romanas).
Tras haber gastado inmensas cantidades de dinero público romano en su construcción, los barcos fueron abandonados tras el asesinato de Calígula en el año 41 d. C., cuatro años después de haber sido coronado emperador.
Cuando se hallaron estos barcos, a finales de la década de 1920 y principios de la de los 30, los barcos estaban increíblemente bien conservados, y los objetos que había en ellos no dejaban de sorprender, ya sea por su novedad o por su perfecta ejecución: cabezas de bronce de animales para amarrar los barcos más pequeños, una llave para controlar el flujo de agua, o una plataforma con rodamientos, cuya invención hasta entonces se había atribuido a Leonardo da Vinci.
Fueron destruídos poco tiempo después durante la II Guerra Mundial...
impresionante....