Esta es una de esas historias que merecen ser contadas, que la gente las conozca, porque son historias de valentía y coraje en la ayuda a los demás, aun en tiempos oscuros.
Esta valiente mujer, nacida en Polonia en febrero de 1910 en el seno de una familia católica, en la Polonia ocupada por el régimen nazi durante la II Guerra Mundial (1939-1945), arriesgó su vida para ayudar a los judíos encerrados en el mayor gueto del país, convirtiéndose en la salvadora de más de 2.000 personas.
Cursó estudios literarios en ma Universidad de Varsovia, y ya en esa época, se destacó por su oposición a la discriminación que sufrían los judíos, que debían sentarse apartados de los demás desde 1935, lo que le supuso problemas con la institución universitaria.
Fue en la Universidad donde entró en contacto por primera vez con los movimientos y entidades de ayuda social, y donde hizo contactos que años más tarde retomaría en su tarea clandestina de ayuda a los judíos.
Cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939, dando inicio a la guerra, Irena, que entonces tenía 29 años, trabajaba en el Departamento de Bienestar y Salud Pública de Varsovia. No tardarían los nazis en prohibir al Departamento prestar ayuda a los judíos, por lo que prestaban ayuda a soldados polacos heridos, sus familias, etc, pero Irena no pensaba acatar dicha orden durante mucho tiempo. Se las arregló para extender su ayuda a soldados judios y sus familias, ya que les habían privado de ayudas sociales por el mero hecho de ser judíos.
La situación cada vez iba a peor, y en noviembre de 1940, los nazis ordenaron el confinamiento de todos los judíos de Varsovia dentro de un gueto con el fin de mantenerlos bajo control mientras decidían su destino (llegaron a hacinar en él hasta 450.000 personas en condiciones lamentables).
Fue entonces cuando esta valiente mujer y otros colaboradores, como miembros del Departamento de Salud, comenzaron a entrar y salir del gueto (algo que los nazis permitían porque temían los brotes de tifus). suministrando medicamentos, ropa y todo tipo de objetos para la supervivencia, camuflados como material necesario para su trabajo.
Había que tener muchas narices para hacer lo hicieron, porque desde 1941, prestar ayuda a una persona judía era castigado con la pena de muerte, no solo para el implicado, sino también para su familia y allegados.
Sendler no sólo no se amilanó, sino que cada vez ayudaba a más gente si podía, especialmente ayudó a sacar a muchos niños del gueto (muchos padres asumieron que si había una mínima posibilidad de supervivencia para sus hijos, ésta estaba lejos fuera del gueto).
Irena y sus colaboradores sacaron a multitud de niños en ambulancia con la excusa de que tenían terribles enfermedades contagiosas, o en ataúdes, dormidos con alguna sustancia fingiendo estar muertos, o por las cloacas, u ocultos en sacos de patatas, cualquier método era válido si conseguían sacar a los pequeños del gueto.
Pero no sólo los salvó, es que además hizo lo propio con sus papeles, lo que tras la guerra ayudaria a identificarlos por sus familias.
Tras casi 300.000 judíos enviados a los campos de concentración/exterminio desde el gueto de Varsovia, se fundó el Zegota (Consejo de Ayuda a los Judíos), que estaría en funcionamiento hasta el final de la guerra. Cuando se produjo el levantamiento en el gueto, Sendler y sus colaboradores crearon una intrincada red refugios de residencias privadas donde los que escapaban podían esconderse mientras les conseguían papeles falsos y les buscaban lugares donde pudieran quedarse por más tiempo.
En 1943, Irena fue nombrada directora de la sección infantil de la organización, continuando sus actividades de ayuda a los niños, fugados y sus familias.
Después de mucho tiempo asumiendo grandes riesgos, la Gestapo la descubrió (a pesar de su pseudónimo, Jolanta). Fue enviada a la prisión de Pawiak, donde fue torturada e interrogada durante casi un mes, pero Sendler, obstinada, jamás dijo nada, nunca reveló ningún nombre ni ubicación, por lo cual fue trasladada a otra cárcel para ser ejecutada. Sin embargo, miembros de la resistencia clandestina sobornaron a uno de los guardias que la custodiaba, y pocas horas antes de su muerte la liberaron.
Antes de que terminara la gran guerra, Sendler trabajó como enfermera durante el alzamiento de Varsovia, en agosto de 1944, donde fue herida por un soldado alemán. Tras la guerra, rehizo su vida, se volvió a casar y tuvo dos hijos.
Siempre permaneció involucrada en labores sociales en su querida Varsovia y aunque en su momento reconocida por la Naciones Unidas, el posterior régimen comunista que tristemente se adueñó de Polonia permitió que su figura fuese cayendo en el olvido.
A finales del siglo pasado, gracias a un grupo de teatro juvenil estadounidense, se desempolvó la historia de esta heroica mujer, cuyo coraje le impulsó a salvar miles de vidas, lo que la hizo merecedora del apodo "el ángel de Varsovia", un nombre con el que, ahora sí, pasará a la historia, además de con múltiples premios y condecoraciones justamente merecidas.
Con 97 años, en 2007, recibiría la Orden de la Sonrisa en su amada Polonia, una distinción con la que los niños honran a las personas que hacen el bien en el mundo. Con 98 años fue nominada al premio Nobel de la Paz, aunque no lo fue concedido, no acertamos a entender el porqué...
"El ángel de Varsovia" dejó este mundo en Mayo de 2008, pero sentimos que su historia merece ser contada, porque como ella misma dijo: “Cada niño salvado con mi ayuda es la justificación de mi existencia en la Tierra, no un título para la gloria”.
Gran historia, y gran mujer...
👍👍
maravillosa historia, además fue una persona humilde hasta el final 😉
Tremendo... Una historia increible
😲😲😲