Les hablo de una maravilla situada cerca de la ciudad de Guilin, en la región autónoma de Guangxi Zhuang, en el sudeste de China.

Su nombre proviene de las cañas de bambú que crecen en la entrada de la cueva, con las que se fabricaban flautas que todavía hoy pueden comprarse por unos pocos yuanes. Tiene 240 metros de profundidad, y fue descubierta durante la dinastía Tang, hace unos 1.300 años. 

Es tan grande que durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como refugio de alrededor de 1.000 personas durante los bombardeos, y su techo y sus paredes son espectaculares.

Por encima del techo, un río, y el agua se cuela entre la roca caliza, originando formas enormemente caprichosas como estalagtitas, estalagmitas y otras formaciones que parecen cascadas pétreas. Algunas de ellas han sido llamadas de formas muy curiosas como "La Montaña de Fruta", "el Palacio de Cristal", "la Flor", "la Pagoda del Dragón" o "el Bosque".

Además, cuando entras, ves que la cueva está iluminada con luces de colores: púrpura, rosa, verde o azul, dándole al lugar un halo místico (a esta cueva también se la conoce como "Palacio del arte de la naturaleza").

La entrada está entorno a los 60 yuanes, y en el recorrido hay inscripciones en las paredes: historias, leyendas y poemas escritos durante la dinastía Tang (en aquella época era ya un destino turístico muy popular).