Les hablo de San Adrián de Sásabe, en Huesca (España). Se sitúa en un lugar de difícil acceso, a un par de kilómetros al norte de la población de Borau, en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán.

Tras ser abandonado como templo (parece ser que los monjes huyeron por miedo, debido a las frecuentes escaramuzas con los árabes que en aquellos tiempos se producían), se cubrió de tierra y lodo, y así permaneció muchos años, de tal forma que los fieles entraban, usándolo ya como ermita, por su ventanal de poniente, a modo de puerta estrecha, hasta que operarios del ICONA la "desenterraron" en 1962.

De estilo románico jaqués (finales del s.XI - s.XII), está cimentada sobre madera, que absorbe el agua por capilaridad y la traslada a las paredes de la ermita. En primavera, estas paredes se cubren de musgo según tengo entendido, y mana agua de su interior, dando como resultado una ermita "verde" por dentro.

De hecho, al entrar, puede verse que hay un canal por donde fluye esa agua hacia el exterior, pero, ¿lo querían así sus constructores?. Parece ser que sí, que los monjes sabían cómo estaba de agua el barranco en función del agua que había dentro de la edificación.

Los trabajadores del monasterio (que fue desmontado en parte por la gente para construir su casas tras irse los monjes) pagaban un diezmo a la iglesia en función de la cantidad de agua que salía por las paredes de esta ermita, es decir, según la altura a la que salía el musgo, algo francamente curioso...Es decir, cuánta más agua bajara por el barranco procedente de las montañas, más agua emanaba de las paredes, y a más altura, y había que pagar más diezmo a la iglesia.

Es un lugar tranquilo que se presta, según dicen, a la meditación, con esta agua que forma parte de esta construcción...