Todos conocerán, al menos de oídas, ya sea a través de relatos, la literatura o el cine, la leyenda del Rey Arturo y su famosa espada Excalibur. Pues bien, en Italia, y a diferencia de lo que ocurre con la leyenda artúrica, no comprobada, está la que hoy por hoy es la única espada hundida en piedra que se conoce.

La espada se encuentra en la Rotonda de Montesiepi (o Capilla de Montesiepi), cerca de la hermosa Siena, y cuenta la leyenda que perteneció al caballero del siglo XII Galgano Guidotti, más conocido como San Galgano.

Guidotti fue un caballero toscano que vivió en el pueblo de Chiusdino (a unos 30 km de Siena).

De este caballero sí existen referencias históricas, era de familia acomodada y estuvo prometido con una dama de alta alcurnia.

Cuenta la leyenda que el arcángel San Miguel se le apareció en varias ocasiones, resultando de ello que se planteara su vida y su futuro. 

Se cuenta que, tras su primer encuentro, Galgano abandonó su vida despreocupada y comenzó a predicar por los alrededores de Siena, abandonando sus frívolas costumbres, ricas ropas y adquiriendo el hábito.

Parece ser que en la navidad del año 1180 d.C., se subió a su caballo y no se detuvo hasta que llegó a Montesiepi, en la provincia de Siena.

Allí, el caballo se arrodilló, y tiró a Galgano de la montura tan bruscamente que se quedó inconsciente. Fue en ese momento cuando se le apareció (según una de las versiones de la leyenda, en otras fue una visión nocturna) el arcángel San Miguel de nuevo, que lo llevó ante los 12 apóstoles y Jesús, encomendándole la construcción de una ermita en el lugar.

Al despertar, Guidotti clavó su espada en una roca, a modo de cruz, y en ese mismo lugar construyó una pequeña cabaña, a modo de ermita, en la que vivió hasta el final de sus días, dedicando su vida a Dios y a la meditación.

A su muerte, se levantó una capilla (entre los años 1181 y 1185 d.C.), llamada La Rotonda, sobre el lugar en donde había erigido la pequeña cabaña y clavado su espada.

Cuentan que allí lo enterraron.

Tiempo después, los Cistercienses decidieron, en su honor, muy cerca del lugar, construir la que fue la abadía de San Galgano, hoy en ruinas.

Mientras la espada de San Galgano todavía se puede visitar junto a las ruinas de la abadía, a pocos kilómetros de la ciudad de Siena, la de Arturo, Excalibur, no se ha llegado a encontrar, y sus historias, aunque parecidas en cierto sentido, son distintas.

La historia/leyenda de Galgano se sostiene, al menos en parte, con documentación de todo tipo, escrita y arqueológica (aunque tenga también su buena parte de leyenda), además de estar documentada su vida como monje, mientras que la del Rey Arturo sigue siendo una leyenda no comprobada ni demostrada, que sin embargo continúa en el imaginario colectivo...