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Historia

La leyenda de la momia de la hija del doctor Velasco

La leyenda de la momia de la hija del doctor Velasco

Considerado el iniciador de la antropología española, el segoviano Pedro González Velasco llegaría a Madrid en 1838, donde su falta de recursos económicos le obligó a compaginar sus estudios de medicina, iniciados en 1840, con diversos trabajos.

Es aceptado como “ayudante meritorio” en el Hospital Militar a finales de ese mismo año, donde tiene la oportunidad de practicar lo que sería su pasión: el estudio de la anatomía humana de forma directa, diseccionando cadáveres, tarea que entendía como la única que le permitiría adquirir las habilidades necesarias para el ejercicio de la cirugía, en la que deseaba especializarse. Y en 1845, siendo ya aparatista en del Hospital Militar, empezaría a realizar sus repasos de anatomía que impartía a estudiantes; dichos repasos, -en los que se ayudaba de preparaciones y reproducciones de disecciones anatómicas- le proporcionaron ingresos suficientes para comenzar a realizar la conservación y reproducción de  preparaciones y disecciones con el objetivo de formar un museo.  

La primera sede estaría, ya desde mediados de la década de los 50, en el propio domicilio de Velasco, situado en la madrileña calle Atocha 135, siendo trasladado en 1864, por falta de espacio debido al aumento de las colecciones, al edificio que había adquirido en Atocha 90, utilizado también como vivienda y en el que fallece, ese mismo año, su hija María Concepción, de tan sólo quince años.

El cadáver de Conchita, fallecida a causa de unas fiebres tifoideas, sería embalsamado por su propio padre quien se encargó personalmente de abrir la arteria femoral del cuerpo de la niña, e inyectarle la sustancia (probablemente una solución de ácido arsenioso y cloruro de zinc) que consideró más segura para su conservación. Posteriormente el cuerpo embalsamado de la hija del doctor Velasco sería enterrado en la madrileña sacramental de san Isidro.

El fallecimiento de su hija sería traumático para Velasco, no sólo por la corta edad de esta, sino también por que se consideraba culpable del trágico desenlace de la enfermedad. De esta forma se sumió en una profunda tristeza durante años.

Tiempo después el doctor Velasco retoma su actividad coleccionista de forma frenética y pronto su vivienda queda de nuevo pequeña para albergar los nuevos materiales que constantemente recibe.

Tras elevar una propuesta que será desestimada a Amadeo de Saboya para construir un museo anatómico en Madrid, Velasco decide construir un edificio a su cargo para dedicarlo a museo y a vivienda, el proyecto del que será denominado Museo Antropológico será realizado por Francisco de Cubas y es actualmente sede del Museo Nacional de Antropología, calle Alfonso XII, 68.

El museo será inaugurado por Alfonso XIII el 29 de abril de  1875, trasladándose al día siguiente al edificio el cuerpo embalsamado de Conchita.

Según testimonios de la época, Velasco personalmente abrió la caja en la que se encontraba el cuerpo de  su hija, y tras palparlo señaló “¡Todavía están flexibles! ¡Podría sentarse!”. Finalmente el cuerpo fue envuelto en un sudario y depositado en una estancia privada del museo hasta que, tras evaporarse los líquidos, se momificó.

El médico vistió el cuerpo de su hija con un traje de raso blanco, zapatos y guantes, y iluminó sus mejillas con colorete y tras colocarle una peluca, la engalanó con collares. De esta guisa, Conchita fue depositada en una urna de cristal en el oratorio privado del palacete.

Aunque lo que pretendía Velasco era tener el cuerpo de su hija cerca de si, la obsesión con su hija, de cuyas fotos, muñecas y libros se rodeaba, desató la imaginación popular: el doctor sentaba cada día a su hija a la mesa, la llevaba a pasear al retiro, y recorriendo con ella las calles de Madrid cada noche en una calesa.

Meses después el doctor Velasco tomó la decisión de que se limpiara el rostro de su hija de pinturas, se le quitaran esas ropas y se la vistiera con un hábito de la Concepción a modo de mortaja. A pesar de su deseo era que los restos de la niña y sus padres descansaran juntos en el museo, tras la muerte del médico en 1882, su viuda trasladó nuevamente el cuerpo a la sacramental de san Isidro, ello no impidió que la imaginación popular continuara alimentado una historia que, de haber sido cierta, ya habría terminado.

 

*Fotografia del Archivo Fotográfico Digital. Biblioteca Nacional de España..

Comentarios (7)

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ramonfer • Hace 2 años, 9 meses

bienvenida @susana_27 , una historia muy curiosa....😉

eleperez • Hace 2 años, 9 meses

😲

maria • Hace 2 años, 9 meses

a mi me parece algo trágico....😖

beasan33 • Hace 2 años, 9 meses

bienvenida @susana_27 😉

rafa38 • Hace 2 años, 9 meses

no se como definir esta historia....pero desde luego muy curiosa....😉

virgilop • Hace 2 años, 9 meses

😲😲

cristi90 • Hace 2 años, 9 meses

wow vaya historia @susana_27 , muy interesante (e inquietante) 😉