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La Maldición de Tutankamón

El descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922 es uno de los hallazgos arqueológicos más icónicos del siglo XX. No solo reveló los extraordinarios tesoros y artefactos del faraón niño, sino que también desató una ola de rumores y especulaciones sobre una posible maldición que habría caído sobre aquellos que se atrevieron a profanar la tumba.

La idea de que una antigua maldición egipcia pudiera causar la muerte de aquellos que perturbaron el descanso de Tutankamón ha capturado la imaginación de millones de personas a lo largo de la historia, pero ¿qué tan real es este mito? Veamos los detalles de las muertes que se han atribuido a la maldición y exploremos las explicaciones científicas detrás de este fenómeno.

La apertura de la tumba: Un momento histórico

Cuando Howard Carter, un arqueólogo británico, y su equipo descubrieron la tumba casi intacta de Tutankamón en el Valle de los Reyes, la emoción fue inmensa. El 26 de noviembre de 1922, Carter hizo un pequeño agujero en la puerta sellada de la tumba y, con una vela, miró por primera vez el interior lleno de tesoros. Según se cuenta, Lord Carnarvon, el financista de la expedición, le preguntó si podía ver algo, a lo que Carter respondió: "¡Sí, cosas maravillosas!".

Sin embargo, lo que nadie esperaba era que este descubrimiento fuera seguido de una serie de tragedias que muchos asociaron rápidamente con una antigua maldición egipcia. Apenas unos meses después de la apertura de la tumba, Lord Carnarvon, que había sido testigo del descubrimiento, murió en circunstancias misteriosas.

El 5 de abril de 1923, Lord Carnarvon falleció en El Cairo a los 57 años. La causa oficial de su muerte fue una septicemia, originada por la infección de una picadura de mosquito que se complicó gravemente. Según los rumores, en el momento de su muerte, todas las luces de El Cairo se apagaron, un acontecimiento que muchos interpretaron como una señal ominosa.

Además, se mencionó que su perro en Inglaterra, que estaba a miles de kilómetros de distancia, también murió al mismo tiempo, alimentando aún más la creencia en una maldición. La prensa, en especial los tabloides británicos, comenzaron a difundir la idea de que la tumba de Tutankamón estaba protegida por una maldición que caería sobre cualquiera que la perturbara.

Tras la muerte de Carnarvon, otras muertes de personas relacionadas con la excavación parecieron confirmar la existencia de una maldición. A continuación, algunas de las más destacadas:

  • George Jay Gould: Este millonario estadounidense visitó la tumba poco después de su apertura y murió de neumonía pocos meses después, en mayo de 1923.

  • Arthur Mace: Un arqueólogo del equipo de Carter, murió en 1928 de una enfermedad aparentemente relacionada con el envenenamiento por arsénico. Aunque llevaba años con problemas de salud, su muerte fue vista como otra manifestación de la maldición.

  • Hugh Evelyn-White: Este egiptólogo británico, quien también estuvo involucrado en la excavación, se suicidó en 1924. Se dice que dejó una nota escrita con su propia sangre que decía: "He sucumbido a una maldición".

  • Sir Archibald Douglas Reid: El radiólogo que examinó la momia de Tutankamón falleció poco después de realizar su trabajo, nuevamente de una causa inexplicable.

  • Aubrey Herbert: Medio hermano de Lord Carnarvon, murió en 1923 por complicaciones tras una cirugía dental. Aunque no estuvo directamente relacionado con la excavación, su muerte fue considerada parte de la cadena de fatalidades.

¿Qué dice la ciencia sobre la maldición?

Aunque las muertes fueron inusuales y ocurrieron en un período relativamente corto, los científicos han ofrecido explicaciones que no involucran lo sobrenatural. Aquí, algunas de las hipótesis más aceptadas:

1. Hongos y bacterias en las tumbas

Las tumbas selladas durante miles de años son entornos perfectos para el crecimiento de hongos y bacterias. Entre ellos, el Aspergillus niger y Aspergillus flavus son particularmente peligrosos. Estos hongos pueden liberar esporas que, al ser inhaladas, causan infecciones respiratorias graves, especialmente en personas con un sistema inmunológico debilitado.

Las esporas de hongos pueden haberse adherido a las superficies dentro de la tumba y ser liberadas cuando los arqueólogos la abrieron, infectando a aquellos que estuvieron expuestos a ellas. Aunque hoy en día los arqueólogos toman precauciones, como el uso de máscaras y trajes protectores, en los años 20 no se conocían bien estos riesgos.

2. Gas radón

Otra explicación científica sugiere que el gas radón podría haber sido responsable de las enfermedades y muertes. El radón es un gas radiactivo incoloro e inodoro que se puede acumular en espacios cerrados como tumbas antiguas. La exposición prolongada a altos niveles de radón está vinculada a enfermedades pulmonares y cáncer de pulmón. Aunque es difícil medir retrospectivamente la exposición de los arqueólogos al radón, es una teoría plausible para explicar algunas de las muertes.

3. Sugerencia psicológica y efecto nocebo

El poder de la sugestión no debe subestimarse. La creencia en una maldición podría haber provocado un efecto nocebo, donde las personas comienzan a experimentar síntomas físicos simplemente porque creen que están en peligro. En un entorno de alta presión y emoción, como el descubrimiento de la tumba, las tensiones psicológicas podrían haberse traducido en estrés y enfermedades físicas, aumentando la percepción de que la maldición era real.

A pesar de las explicaciones científicas, la idea de la maldición de Tutankamón sigue estando arraigada. Parte de su perdurabilidad se debe al contexto cultural de la época. En los años 20, la egiptomanía estaba en pleno apogeo, alimentada por la fascinación por el misterio y lo exótico del Antiguo Egipto. La muerte de personajes involucrados en la tumba fue magnificada por los medios, contribuyendo al mito.

Además, la idea de una maldición sirve como una advertencia moral en muchos relatos: la noción de que aquellos que perturban los muertos serán castigados. Esta narrativa es tan antigua como las propias pirámides y resuena con profundos arquetipos en la conciencia colectiva.

Aunque la "maldición de Tutankamón" puede no tener una base sobrenatural, sigue siendo un tema fascinante que mezcla historia, cultura y psicología. Las muertes atribuidas a la maldición probablemente fueron el resultado de enfermedades comunes, factores ambientales y la psicología humana. Sin embargo, la leyenda persiste, convirtiéndose en un símbolo de los misterios que aún envuelven al Antiguo Egipto.

A medida que la arqueología avanza, es probable que aprendamos más sobre los riesgos asociados con la exploración de tumbas antiguas. Mientras tanto, la historia de la maldición de Tutankamón continúa capturando la imaginación de todo aquel que, como yo, es un apsionado de la egiptología, recordándonos, además, el poder perdurable del mito y la fascinación humana por lo desconocido.

Comentarios (1)

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pedro • Hace 10 meses, 1 semana

gracias a estos desgraciados eventos la fascinación por la egiptologia creció desde entonces por todo el mundo, sin duda...