Quizá no te suene el nombre de Ignaz Philipp Semmelweis, pero aunque no lo creas, es una de las personas que más ha contribuído a salvar vidas a lo largo de la historia.
Semmelweis (1818-1865) fue un médico húngaro especializado en procedimientos antisépticos, que contribuirían más tarde a revolucionar la medicina y a salvar la vida a millones de personas en todo el mundo.
Su gran aportación, aunque parezca increíble, fue el descubrimiento de que lavarse las manos en soluciones de cal clorada al atender el parto reducía la mortalidad a menos de un 1% (logró descubrir la naturaleza infecciosa de la fiebre puerperal, logrando controlar su aparición con una simple medida de antisepsia).
Semmelweis demostró que la infección se podía prevenir si las personas que asistían a las parturientas se esterilizaban las manos cuidadosamente.
Hoy damos por hecho que la higiene al dar a luz es algo obvio, pero no lo era tanto en su época. Sus publicaciones no obstante fueron muy criticadas, ya que no iban en la línea del pensamiento médico de aquellos tiempos, quizá porque Semmelweis no fue capaz de desarrollar una explicación científica aceptable para su descubrimiento.
Sin embargo, tras su muerte, su teoría se vería reconocida, sobre todo cuando Louis Pasteur confirmó la Teoría microbiana de la enfermedad y Joseph Lister puso en práctica con los métodos de higiene elaborados por Semmelweis con gran éxito.
Uno de los muchos "héroes" en la sombra de la historia de la humanidad de los que aquí te hablaremos.
Sus últimos años fueron lastimosos, tras ejercer como médico privado en su país y en la Universidad de Pest y publicar hacia 1861 una obra en la que exponía sus teorías, entró en depresión, e incluso redactaba pasquines incendiarios en los que cargaba contra los galenos que lo ignoraban, llegando a ingresar en un manicomio.
Murió a los 47 años, sin saber que su trabajo salvaría millones de vidas en el futuro.
Nota: Frente a la fachada del Szent Rókus Hospital de Budapest hay una gran escultura con la inscripción “Semmelweis”. A los pies del pedestal, entre ángeles, una madre de piedra da el pecho al bebé que sostiene en brazos. Hoy se le conoce como “el salvador de madres”.
Que bonita historia para todas las que salvó y que penita que terminara así
Me maravillan estas historias...
algo simple, sí, pero en aquella época él se dio cuenta...
tienes toda la razón..algo tan simple como cambió el mundo...
increíble, hoy día damos tantas cosas por sentadas, que no nos paramos a pensar lo mucho que ha costado la evolución de la humanidad...