En las montañas de Nepal, a una altitud de entre 2.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar, existe un pueblo con una tradición ancestral, la de cultivar la que posiblemente sea la miel más rara y extraña del mundo, cosechada a partir del polen de flores venenosas y gracias a una especie de abeja enorme y muy singular, ya que pueden llegar a medir hasta 3 cm (la Apis laboriosa).
Los orígenes de este pueblo no están claros, ya que en el pasado su tradición era oral, y no hay registros escritos de su cultura parece ser. Sin embargo, algunos piensan que los Gurung emigraron desde el Tibet, en el siglo VI, hasta la región central de Nepal.
Esta profesión, de las más arriesgadas del mundo y en vías de extinción, y que se desarrolla en acantilados a cientos de metros del suelo, implica no llevar protección de ningún tipo, por lo que las nuevas generaciones ya no están por la labor de arriesgar la vida de esta manera, además del hecho de que en los útimos años las poblaciones de estas abejas están disminuyendo dramáticamente.
Antes de que dé comienzo la recolección de la miel, los intrépidos recolectores realizan una ceremonia para apaciguar a los dioses del precipicio. Esta ceremonia incluye el sacrificio de una oveja, ofrendas de flores, frutas y arroz, y el rezo de oraciones a los dioses para garantizar su seguridad.
Las colmenas que trabajan los Gurung están suspendidas en el vacío, literalmente, y pueden llegar a pesar más de 60 kg, cuyo producto final, como digo, es una rara miel de un característico color rojo, alucinógena según he leído (no sé si es cierto...).
Pertrechados con algunas herramientas típicas de este peligrosísimo oficio y siguiendo caminos que han sido transmitidos generación tras generación, suben por peligrosas escaleras hechas de bambú, hasta que llegan a su lugar de recolección.
¿Cómo lo hacen?, pues en primer lugar utilizan humo para expulsar a las abejas de los panales. A continuación, con unas largas varas a las que han incorporado una hoz en uno de sus extremos, cortan el panal de la pared de roca. Después, con una segunda vara, agarran el panal y lo introducen en una cesta, para luego bajar ésta hasta el suelo. Hasta 12 hombres ayudan a cada recolector en su trabajo.
Tras acabar la jornada y después de caminar durante varias horas hasta el pueblo con alrededor de 20 kilos de miel, ésta se reparte entre los miembros de la tribu, y por lo general uno de los primeros usos que se le da es el de preparar con ella una taza de té de miel.
Por lo visto, tan sólo un par de cucharaditas de esta roja miel alucinógena son suficientes para comprobar sus efectos, que muchos comparan en el consumo de marihuana, a saber...
si, aunque parece ser que en los últimos años también están teniendo algunos problemas con el exceso de visitantes que quieren ver esta práctica...
es algo impresionante en pleno siglo XXI....
😲😲