Este pueblo, situado tierra adentro desde el Mar Caspio, a unos 60 km al suroeste de Rasht, en la provincia de Guilán, al noroeste de Irán, y encaramado en la ladera de un valle densamente poblado por vegetación, tiene una particularidad que me atrevería a decir que lo hace único, y es que los tejados de las casas son las calles del pueblo, o dicho de otro modo, el patio de cada casa es la azotea de otra casa del nivel inferior.
Dado que sus antiguas casas están en su inmensa mayoría hechas de barro y madera, es sorprendente que los techos también pueden servir como aceras y calzadas, ya que están constantemente expuestos al desgaste del tiempo, la lluvia y la nieve.
Por sus calles únicamente pueden transitar peatones, ya que está prohibida toda clase de vehículos, debido a su diseño único. Es la única ciudad en Irán con esta prohibición, y aunque no estuviera prohibido el tráfico, lo cierto es que sus pequeñas calles y la gran cantidad de escaleras no permitirían su entrada.
Sus habitantes viven del sector agroganadero y del turismo local (y en menor medida, también del extranjero). No es exactamente lo que conocemos como una aldea rural, sino más bien un colorido pueblecito debido al toque turístico, con restaurantes, teterías y muchos locales de venta de souvenirs y recuerdos.
Habitada por unos cientos de habitantes, el paisaje que rodea Masouleh es exuberante y montañoso, fresco, lluvioso (al contrario que el resto de Irán) y se ve cubierto frecuentemente por la niebla. Tanto es así que muchas de las casas de la ciudad están cubiertas de arcilla de color amarillo brillante para que puedan verse mejor a través de la neblina.
Es una visita curiosa cuyo paisaje y características se salen de lo que uno esperaría encontrar en Irán...
muy curioso @victorgo18 !!!!