Es una historia increíble: La Sonda Voyager 1 fue lanzada hacia un increíble viaje de exploración el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral, Florida, EEUU (su gemela, la Voyager 2, fue lanzada 16 días antes).

Fueron lanzadas para explorar los planetas gigantes Júpiter y Saturno.

También surgió la posibilidad (y se aprovechó) de visitar Urano y Neptuno, y aunque nadie por aquel entonces hubiera esperado que hoy en día siguieran operativas, lo cierto es que, increíblemente, se han convertido en los ingenios humanos que han conseguido llegar más lejos. 

A pesar de que su "hermana" Voyager 2 fue lanzada días antes, nunca rebasará a la Voyager 1 ya que durante el curso de su viaje, su velocidad fue incrementada por medio de tirones gravitacionales asistidos. 

Los expertos creen que la Voyager 1 se encuentra en la actualidad a aproximadamente 21.000 millones de kilómetros de la Tierra, y entró en el espacio interestelar en 2012, y sigue su camino a más de 48.000 km/h. Hoy por hoy, la Voyager 2 se ha convertido ya, según la Unión Geofísica Americana (AGU, por sus siglas en inglés), en el segundo objeto hecho por el hombre que viaja más allá del Sistema Solar, y lo hizo el 5 de noviembre de 2018.

40 años después de su lanzamiento, estas sondas, los embajadores de la Tierra que hasta ahora han llegado más lejos en el universo, llevan consigo los sonidos y la música de nuestro planeta.

Cada una de las naves porta un disco de gramófono -registro fonográfico de cobre de oro de 12 pulgadas (no había CDs o MP3 en 1977)- que contiene mensajes representativos de la Tierra y de la especie humana, concebidos por el astrónomo y divulgador Carl Sagan. 

Entre sus registros, se encuentran sonidos como el canto de los grillos, el llanto de un bebé, un beso, el viento, la lluvia, un lanzamiento de cohete...

O representaciones musicales como la Quinta Sinfonía de Beethoven, Johnny B. Goode de Chuck Berry, cantos de pigmeos africanos, flautas de las Islas Salomon, una canción de boda peruana o saludos en docenas de idiomas.

También hay más de un centenar de imágenes electrónicas que muestran la vida del siglo XX, como atascos de tráfico.

Igual que botellas de náufrago a la deriva en la inmensidad del cosmos, quizá dentro de miles o millones de años (cuando ya se hayan "apagado" estas sondas, posiblemente antes de 2030) alguna civilización extraterrestre dé con ellas y sea capaz de descifrar el misterio que llevan consigo; que no es otro que el de la vida en el planeta Tierra, nuestro planeta...