Esta espectacular fortaleza, catalogada como Bien de Interés Cultural, está situada a unos 5 kilómetros aprox. al noroeste de la ciudad de Murcia (España). 

La verdad es que cuando lo construyeron dieron en el clavo, porque impresiona incluso desde lejos, ya que está construído sobre un imponente macizo rocoso a unos 150 m de altura, por lo que, en esencia, dominaba (y domina) toda la vega cercana del río Segura. Bajo el cerro, se ubica el núcleo urbano de la pedanía de Monteagudo.

El Cristo ubicado en su parte más alta, el Cristo de Monteagudo, llama mucho la atención a cualquiera que lo divise en la distancia, ya que es una enorme estatua de unos 14 m de altura (colocado allí en 1926, diez años más tarde, en 1936, pocos meses después del inicio de la Guerra Civil española, se derribó, y volvió a levantarse en el año 1951, y es el que puede verse hoy en día).

Los orígenes del castillo, construido en el s. XI y con una superficie de aprox. 5.000 m², según me contaron, se sitúan por tanto en la época islámica (los primeros textos que hacen referencia a esta fortaleza si sitúan entorno a los años 1078-1079 d.C. (cuando en este lugar, fue encarcelado el rey musulmán de Murcia Abderramán Ibn Tahir, tras su derrocamiento).

A este imponente castillo se le relaciona con una etapa extraordinariamente importante de la historia de la bonita región de Murcia: el esplendor de la corte taifal ubicada por aquel entonces en esta región, así como la resistencia hispanomusulmana frente a los almohades durante la segunda mitad del s. XII.

Además, su fama también le vendría con la incorporación del reino a la Corona de Castilla en el año 1243, ya que en este lugar situó Alfonso X el Sabio su residencia murciana, quedando ya la fortaleza vinculada a los monarcas castellanos. Precisamente, la pérdida del valle del Vinalopó y la vega baja del Segura a comienzos del siglo XIV, y su definitiva agregación al reino aragonés de Valencia, convertiría al castillo de Monteagudo en la principal fortificación de Castilla frente a la Corona de Aragón.

En su momento no se podía visitar en interior del castillo ni el Cristo (no sé si habrá cambiado ya), pero sólo las vistas desde el mirador merecen la pena, y pueden visitarse otros lugares, como el Centro de Visitantes o los varios senderos que hay por la zona...