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Historia

El más allá y objetos funerarios en el Antiguo Egipto

El concepto de la vida después de la muerte cambió a lo largo de las diferentes épocas de la larga historia de Egipto, pero en su mayor parte, el más allá se creía que era un paraíso donde uno podría vivir eternamente. La vida después de la muerte era una imagen especular de la vida que se había vivido en la tierra, hasta el último detalle, con la diferencia, claro está, de la ausencia de todos aquellos aspectos de la existencia desagradables o dolorosos. 

Para vivir en este paraíso, se necesitarían los mismos artículos que se tuvieron durante la vida terrenal. Es por ello que tanto las tumbas reales, las de grandes personalidades como las del pueblo llano, incluían pertenencias personales, así como comida y bebida para el alma en el más allá. Estos elementos se conocen como "objetos funerarios" y se han convertido en un recurso importante para los arqueólogos modernos a la hora de identificar a los propietarios de las tumbas, fecharlas y comprender la historia egipcia.

Comida, bebida y figuras Shabti

Se han encontrado ajuares u objetos funerarios, en mayor o menor número y de valor variable, en casi todas las tumbas egipcias que no fueron saqueadas en la antigüedad. 

En el caso de las personas ricas y de alto estatus social, los artículos encontrados normalmente son similares a los que hoy en día consideraríamos valiosos, como objetos de oro y plata en adornos, juegos de mesa de madera fina y piedras preciosas, camas, cofres, sillas, estatuas y ropa cuidadosamente elaborada. El ejemplo más conocido de una tumba de faraón donde se descubrieron multitud de objetos es, por supuesto, la tumba de Tutankamón, descubierta por Howard Carter en 1922, pero se han excavado muchas tumbas por todo el antiguo Egipto que han dejado claro que, incluso a los individuos de escasos recursos, se les incluía algún tipo de ajuar funerario en la tumba.

Sin embargo, la razón fundamental del ajuar funerario no era hacer alarde del estatus social del difunto, sino proporcionarle lo que necesitaría en el más allá. La tumba de una persona rica, por lo tanto, tendría más bienes funerarios que una persona más pobre. 

Los alimentos favoritos se dejaban también en las tumbas, como el pan y los pasteles, pero se esperaba que los familiares y conocidos hicieran ofrendas de alimentos y bebidas diariamente.

En las tumbas de los nobles de clase alta y de la realeza se incluía con frecuencia una capilla de ofrendas, en la que se ubicaba una "mesa de ofrendas". La familia llevaba la comida y bebida y las dejaba sobre la mesa, y el alma del difunto absorbería sobrenaturalmente los nutrientes de las ofrendas y luego regresaría al más allá. Este acto aseguraba el recuerdo continuo del fallecido por parte de los vivos y, por lo tanto, la inmortalidad en la próxima vida.

Si una familia estaba demasiado ocupada para atender las ofrendas diarias y podía permitírselo, se contrataba a un sacerdote para hacer los rituales. Independientemente de cómo se hicieran las ofrendas, había que hacerlas a diario. La famosa historia de Khonsemhab y el Fantasma (fechada en el Nuevo Egipto, entre 1570-1069 a.C.) trata de esta situación.

En la historia, el fantasma de Nebusemekh regresa para quejarse a Khonsemhab, sumo sacerdote de Amón, de que su tumba se ha deteriorado y ha sido olvidado, por lo que ya no se le llevan ofrendas. Khonsemhab encuentra y repara la tumba y también promete que se asegurará de que se le proporcionen ofrendas a partir de ese momento. El final del manuscrito se pierde, pero se presume que la historia termina felizmente para el fantasma de Nebusemekh. Si una familia olvida sus deberes para con el alma del difunto, ellos, como Khonsemhab, pueden esperar ser perseguidos hasta que se corrija este error y se restablezcan las ofrendas regulares de comida y bebida.

La cerveza era la bebida que normalmente se incluía en el ajuar funerario. En Egipto, la cerveza era la bebida más popular, considerada la bebida de los dioses y uno de sus mayores regalos, y era un elemento básico de la dieta egipcia. Una persona rica (como Tutankamón) fue enterrada con jarras de cerveza recién hecha, mientras que una persona más pobre no podría permitirse ese tipo de lujo. A las personas a menudo se les pagaba con cerveza, por lo que enterrar una jarra con un ser querido sería comparable a que alguien hoy en día enterrasen a alguien con su sueldo.

La cerveza a veces se elaboraba específicamente para un funeral, y después del entierro, una vez cerrada la tumba, los dolientes tendrían un banquete en honor del paso del difunto a la eternidad, y los invitados disfrutarían del mismo brebaje que se había hecho para el difunto; proporcionando así la comunión entre los vivos y los muertos.

Entre los ajuares funerarios más importantes se encontraban las figuras shabti. Las shabti estaban hechas de madera, piedra o loza y, a menudo, estaban esculpidas a semejanza del difunto. 

En vida, a menudo se pedía a las personas que realizaran tareas para el rey, como supervisar o trabajar en grandes monumentos, y solo podían evitar este deber si encontraban a alguien dispuesto a ocupar su lugar. Aun así, uno no podía esperar eludir sus deberes año tras año para siempre, por lo que una persona necesitaría una buena excusa además de un trabajador de reemplazo. Dado que la otra vida era simplemente una continuación de la terrenal, la gente esperaba ser llamada a trabajar para Osiris en la otra vida,  tal como lo habían hecho para el rey en vida. 

Las figuras shabti podrían ser animadas, una vez en la eternidad, para asumir sus responsabilidades. El alma del difunto por tanto podría seguir disfrutando de un buen libro o de ir a pescar mientras el shabti se ocupaba de cualquier trabajo necesario para Osiris. Sin embargo, así como uno no podía evitar las obligaciones en la tierra, el shabti no podía usarse perpetuamente. Una figura shabti era buena para un solo uso por año, por lo que la gente encargaría tantas figuras shabti como pudiera permitirse para proporcionarles a los difuntos más ocio en el más allá.

En el Primer Período Intermedio (2181-2040 a.C.) las figuras shabti se produjeron en masa, al igual que muchos artículos, y desde entonces se usaron en tumbas de todas las clases sociales. La gente más pobre, por supuesto, ni siquiera podía permitirse una figura shabti genérica, pero cualquiera que pudiera, pagaría para tener tantas como fuera posible. Una colección de shabtis, uno para cada día del año, se colocaría en la tumba en una caja especial de shabtis que generalmente estaba pintada y, a veces, adornada.

Textos religiosos y el juicio de Osiris

Los textos inscritos en las paredes de las tumbas y, más tarde, escritos en rollos de papiro, proporcionaban instrucciones sobre cómo se animaría a una figura shabti en la próxima vida, así como sobre cómo navegar por el reino que esperaba después de la muerte. 

Este tipo de instrucciones se encuentran en lo que conocemos hoy como los Textos de las Pirámides (2400-2300 a.C.), los Textos de los Sarcófagos (2134-2040 a.C.) y El Libro Egipcio de los Muertos (1550-1070 a.C.). Los Textos de las Pirámides son los textos religiosos más antiguos y fueron escritos en las paredes de las tumbas para brindar seguridad y dirección al difunto.

Cuando el cuerpo de una persona finalmente le fallaba, el alma al principio se sentía atrapada y confundida. Los rituales involucrados en la momificación preparaban al alma para la transición de la vida a la muerte, pero el alma no podía partir hasta que tuviera lugar una ceremonia funeraria adecuada. Cuando el alma despertara en la tumba y se levantara de su cuerpo, no tendría idea de dónde estaba o qué había sucedido. Para tranquilizar y guiar a los difuntos, los Textos de las Pirámides y, más tarde, los Textos de los Sarcófagos se inscribían y pintaban en el interior de las tumbas para que cuando el alma despertara en el cadáver supiera dónde estaba y hacia dónde tenía que ir.

Estos textos eventualmente se convirtieron en El Libro Egipcio de los Muertos (cuyo título real es El Libro de la Salida del Día),, una serie de hechizos que la persona muerta necesitaría para navegar a través del más allá. El Hechizo 6 del Libro de los Muertos es una reformulación del Hechizo 472 de los Textos del Sarcófago, que instruye al alma sobre cómo animar el shabti. Una vez que la persona moría y el alma despertaba en la tumba, esa alma era conducida -generalmente por el dios Anubis u otros-  al Salón de la Verdad (también conocido como el Salón de las Dos Verdades) donde era juzgada por el gran dios Osiris.

Una vez frente a Osiris, el alma del difunto haría la "Confesión Negativa" (una lista de 'pecados' que honestamente podrían decir que no había cometido tales como 'No he mentido, no he robado, no he daño a propósito'), y luego el corazón del alma se pesaría en una balanza frente a una pluma blanca.

Si se encontraba que el corazón era más liviano que la pluma, entonces el alma se consideraba salvada; si por el contrario el corazón pesaba más que la pluma, se dejaba caer al suelo donde el monstruo Amut se lo comía y el alma dejaba de existir. No había 'infierno' para el castigo eterno del alma en el Antiguo Egipto; en realidad, su mayor temor era la inexistencia, y ese sería el destino de alguien que había hecho el mal en vida o había dejado de hacer el bien a propósito.

Si el alma era salvada por Osiris entonces seguía su camino. En algunas épocas de la historia de Egipto, se creyó que el alma se encontraba con varias trampas y dificultades para las cuales necesitaría los hechizos del Libro de los Muertos. Sin embargo, en la mayoría de las eras, el alma abandonaba el Salón de la Verdad y viajaba a las orillas del lago Lily (también conocido como el lago de las flores), donde se encontraban con el siempre desagradable barquero conocido como Hraf-hef ("El que mira detrás de sí mismo"). que remaría y llevaría el alma a través del lago hasta el paraíso del Campo de Juncos. Hraf-hef era la 'prueba final' porque el alma tenía que encontrar alguna manera de ser cortés, indulgente y agradable con esta persona tan desagradable para poder cruzar.

Una vez cruzado el lago, el alma se encontraría en un paraíso que era la imagen especular de la vida en la tierra, excepto que carecía de desilusión, enfermedad, pérdida o, por supuesto, muerte. En El Campo de Juncos, el alma encontraría los espíritus de aquellos a quienes había amado y que habían muerto antes que ellos, su mascota favorita, su casa favorita, el árbol, el arroyo junto al que solían caminar: todo lo que se pensaba que había perdido era devuelto, y, además, se vivía eternamente en presencia directa de los dioses.

Mascotas y el más allá

Reunirse con sus seres queridos y vivir eternamente con los dioses era un anhelo para los antiguos egipcios, pero también lo era encontrarse con sus mascotas favoritas en el paraíso. Las mascotas a veces eran enterradas en sus propias tumbas pero, por lo general, lo eran con su amo. Si se tenía suficiente dinero, podía hacerse que el gato, perro, gacela, pájaro, pez o babuino fueran momificados y enterrados junto al cadáver del difunto. Los dos mejores ejemplos de esto son la suma sacerdotisa Maatkare Mutemhat (1077-943 a.C.) que fue enterrada con su mono mascota momificado y la reina Isiemkheb (1069-943 a.C.) que fue enterrada con su gacela.

Sin embargo, la momificación era costosa, y especialmente la que se practicaba en estos animales, por lo que hacerlo era propio de gente adinerada. 

Había tres niveles de momificación disponibles para las personas: el nivel más alto, donde uno era tratado como un rey (y recibía un entierro de acuerdo con la gloria del dios Osiris); el nivel medio, donde uno era tratado bien correctamente; y el nivel más barato, donde se recibía un servicio mínimo de momificación y entierro. Aún así, todos, ricos o pobres, proporcionaron a sus muertos algún tipo de preparación del cadáver y ajuar funerario para el más allá.

Las mascotas eran tratadas muy bien en el antiguo Egipto y se las representaba en las pinturas de las tumbas y objetos funerarios como los collares para perros. La tumba de Tutankamón contenía collares de perro de oro y pinturas de sus perros de caza. Los collares de los perros, que frecuentemente mostraban sus nombres, a menudo se incluían como ajuar funerario. La tumba del noble Maiherpre, un guerrero que vivió bajo el reinado de Thutmosis III (1458-1425 a.C.) contenía dos collares de cuero adornados de sus perros. Estos fueron teñidos de rosa y decorados con imágenes. Uno de ellos tiene caballos y flores de loto salpicados de tachuelas de latón, mientras que el otro representa escenas de caza y tiene grabado el nombre del perro, Tantanuit. Estos son dos de los mejores ejemplos del tipo de trabajo ornamentado que se usaba en los collares para perros en el antiguo Egipto. 

En la época del Imperio Nuevo, de hecho, el collar de perro era un tipo de obra de arte propio y digno de ser usado en el más allá en presencia de los dioses.

La vida y el más allá en Egipto

Durante el período del Reino Medio de Egipto (2040-1782 a.C.) hubo un cambio filosófico significativo por el cual las personas cuestionaron la realidad de este paraíso y enfatizaron aprovechar al máximo la vida terrenal, ya que nada existía después de la muerte. Algunos eruditos han especulado que esta creencia surgió debido a la agitación del Primer Período Intermedio que precedió al Reino Medio, pero no hay evidencias convincentes de esto. En principio esto parecería basarse en que el Primer Periodo Intermedio de Egipto fue una época oscura, pero no parece que lo fuera.

Los antiguos egipcios siempre enfatizaron vivir la vida terrenal al máximo: toda su cultura se basaba en la gratitud por la vida, disfrutar de la vida, amar cada momento de la vida, por lo que el énfasis en este tema no era nada nuevo. Sin embargo, lo que hace que la creencia del Reino Medio sea tan interesante es su negación de la inmortalidad en un esfuerzo por hacer que la vida presente de uno sea aún más preciosa.

La literatura egipcia del Reino Medio expresa una falta de creencia en la visión tradicional del paraíso porque la gente del Reino Medio era más "cosmopolita" que en épocas anteriores y probablemente intentaba distanciarse de lo que veían como "superstición".  La gente se sintió más libre para expresar sus opiniones personales en lugar de limitarse a repetir lo que les habían dicho desde siempre. Este escepticismo desaparece durante la época del Nuevo Reino y, en su mayor parte, la creencia en el paraíso del Campo de Juncos fue constante a lo largo de la historia de Egipto. 

Un componente fundamental de esta creencia era la gran importancia del ajuar funerario, que serviría al difunto en el más allá tan bien como lo había hecho en el plano terrenal.

Comentarios (2)

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eleperez • Hace 2 años

sin duda creían en todo un viaje después de la muerte....juicio, barquero....increible...

diegolop • Hace 2 años

no tenía ni idea, cosas super interesantes y curiosas 😲