Es uno de los rincones más singulares de Italia, un pequeño pueblo ubicado en el Municipio de Melito Porto Salvo, en la Provincia de Reggio Calabria, situado en el acantilado de Monte Calvario, a unos 250 metros sobre el nivel del mar.

La montaña en la que se encuentra tiene una forma característica que recuerda a una mano gigante de cinco dedos de la que deriva el nombre del pueblo en griego (πέντα-δάκτυλος, transliterado pènta-daktylos), o " cinco dedos ".

Primero se construyó el castillo, del que hoy solo quedan algunas ruinas, y luego todo el casco antiguo.

Debido sobre todo a terremotos e inundaciones, en 1968 Pentedattilo fue declarado inhabitable y después tres años fue abandonado definitivamente.

A lo largo de la década de 1980, bajo iniciativa de algunos jóvenes y asociaciones se reconoció su valor y se inició un largo proceso de remodelación por parte de voluntarios de todo el mundo. Recientemente, artesanos y artistas locales, dentro de estas antiguas casas de piedra rodeadas de chumberas, han abierto algunas tiendas para vender sus productos, incluidos los de vidrio, madera y cerámica.

Se han creado también en este lugar el Museo de las tradiciones populares, con objetos y materiales típicos de la tradición campesina y La  Casa del Bergamotto, que conserva algunas herramientas antiguas utilizadas para extraer la preciada esencia de la bergamota, el cítrico típico de la provincia de Reggio Calabria, y  que comercializa  productos naturales obtenidos de esta fruta y sus derivados.

Además, Pentedattilo alberga dos festivales importantes durante el verano:

- Paleariza, una fiesta itinerante que conmemorar la tradición del grecanico, lengua propia que aún se habla en la zona. Se dan cursos de lengua griega, representaciones teatrales, talleres, exposiciones y rutas de senderismo para dar a conocer la zona.

- el Pentedattilo Film Festival, un festival internacional dedicado a los directores de cortometrajes emergentes.

Este lugar fue colonia calcidese alrededor del 640 a.C., un próspero centro económico y un importante centro militar durante la época grecorromana debido a su posición estratégica de control sobre el río Sant'Elia, una vía privilegiada para llegar a Aspromonte.

Con la dominación bizantina comenzó un largo período de decadencia, debido a los constantes saqueos por parte de los sarracenos y más tarde por parte del duque de Calabria. En el siglo XII, Pentedattilo fue conquistado por los normandos y desde ese momento fue gobernado por varias familias nobles, pero dos familias en particular, la de los Alberti y los Abenavoli, marcaron la historia de este lugar, a causa de un trágico suceso conocido como el Masacre de los Alberti. 

En 1783, Pentedattilo fue gravemente dañado por un devastador terremoto, y a raíz de él comenzó un flujo constante de migraciones hacia Melito Porto Salvo que persistió hasta el período Risorgimento. Precisamente a causa de la despoblación en 1811 el municipio fue trasladado a Melito Porto Salvo y Pentedattillo pasó a ser una fracción.

La matanza de Alberti y la leyenda de la Mano del Diablo

La historia de Pentedattilo está marcada por un trágico evento conocido como la Masacre de Alberti, que tuvo lugar en 1686.

Los protagonistas de la historia fueron los miembros de dos familias nobles: los Alberti, marqueses de Pentedattilo, y los Abenavoli, antiguos señores feudales del pueblo.

Siempre hubo una acalorada rivalidad entre las dos familias, que sin embargo pareció decaer tras la propuesta del barón Bernardino Abenavoli de casarse con Antonietta, hija del marqués Alberti. 

Pero Lorenzo Alberti entregó la mano de su hermana al hijo del virrey de Nápoles, don Petrillo Cortez. Barón Bernardino estaba furioso por eso y decidió vengarse. En la noche del 16 de abril de 1686, entró en el castillo de Pentedattilo con un grupo de hombres armados y mató a todos (incluso a Simone Alberti, el hermano de 9 años de Lorenzo) a excepción de su amada y novio, capturado en garantía por cualquier represalia del Virrey. 

El Virrey envió una verdadera expedición militar, capturando a los perpetradores de la masacre, cuyas cabezas fueron cortadas y colgadas en las almenas del Castillo de Pentedattilo. Pero Bernardino logró escapar, obligando a Antonietta a casarse con él, y luego la abandonó en un convento de clausura, donde terminó sus días consumida por el dolor de haber sido la causante involuntaria de la masacre de su familia. Bernardino se alistó en el ejército austríaco donde encontró la muerte abatido por una bala de cañón. 

La historia de la masacre de Alberti a lo largo de los siglos ha dado lugar a diversas leyendas y rumores. Uno de ellos cuenta que un día la enorme mano golpeará a los hombres para castigarlos por su sed de sangre. Otro dice que las torres de piedra que dominan la ciudad representan los dedos ensangrentados de la mano del barón Abenavoli (por esta razón se ha hecho referencia repetidamente a Pentedattilo como " la mano del diablo "). 

Finalmente, en las noches de fuerte viento, entre las gargantas de la mano del Diablo, parece que aún se escuchan los gritos de dolor de los Alberti.