Sólo con mirar su cráneo, que da una idea de lo que fue su tamaño real, asusta. Descubierto en el siglo XIX (en el año 1892), este gigante habitó la región del Amazonas hace unos 8 millones de años, en el Mioceno Tardío, y era un depredador tan poderoso que tenía una mordida dos veces más potente que la del famoso Tyrannosaurus rex (podía ejercer una presión de mordida de hasta 11,5 toneladas, 20 veces más que la de un tiburón actual).

Su cráneo era casi tan grande como una persona adulta, y en él había muchos dientes afilados de hasta 9 cm de largo con los que destrozaba a sus presas.

Parece que esta formidable y aterradora criatura podía llegar a medir cerca de los 13 metros de longitud, más que un autobús, y no tenía rival como depredador de zonas húmedas.

Esta inmensa bestia necesitaba más de 40 kilos de carne al día, 20 veces más que los caimanes y cocodrilos de la actualidad.

Según los científicos, parece ser que su extinción se debió a los fenómenos geológicos que llevaron al surgimiento de la cordillera de los Andes, que llevó a que los pantanos donde vivía cambiaran radicalmente, llevando a la desaparición de numerosas especies, entre ellas, las grandes especies de mamíferos de las que se alimentaba este gigante.

Era un animal bastante lento y pesado (entre 7,6 y 10 toneladas por lo que parece), de lo que se deduce que pasaba más tiempo en el agua que en tierra. Cazaba animales enormes: mamíferos herbívoros como Granastrapotherium, aunque también tortugas gigantes como Stupendemys, o un pariente suyo de gran tamaño y herbívoro, el Mourasuchus.

Sin duda una criatura aterradora que no nos gustaría encontrarnos en el agua en la actualidad...