Es una de las grandes figuras femeninas de la historia de la ciencia. Marie Curie fue una pionera en el campo de la radiactividad y una de las científicas más influyentes de todos los tiempos. Nacida como Maria Skłodowska en Polonia en 1867, su vida estuvo marcada por una determinación inquebrantable y una pasión incansable por la ciencia desde una edad temprana.
Tras mudarse a París para seguir su educación, Marie se sumergió en la Sorbona, donde conoció a Pierre Curie, un brillante físico con quien compartía su amor por la investigación. Juntos, exploraron los fenómenos de la radiactividad, descubriendo dos elementos nuevos: el polonio, en honor a su tierra natal, y el radio, que se convertiría en el foco central de sus estudios. Este hallazgo les valió el Premio Nobel de Física en 1903, convirtiendo a Marie Curie en la primera mujer en recibir este galardón.
Sin embargo, su trabajo no se detuvo ahí. Tras la muerte prematura de Pierre en 1906, Marie asumió la responsabilidad de continuar su legado científico. En 1911, obtuvo su segundo Premio Nobel, esta vez en Química, por su investigación pionera sobre la radiactividad y sus compuestos.
Fundó el Instituto Curie en París en 1914, un centro de investigación líder en el estudio de la radiactividad y el tratamiento del cáncer que aún hoy sigue siendo un referente en la lucha contra esta enfermedad. Su legado se extendió más allá de la ciencia, abriendo las puertas para las mujeres en el campo de la investigación científica y desafiando los roles de género de su tiempo.
Marie Curie demostró una determinación feroz para avanzar en un campo dominado por hombres, enfrentando desafíos y obstáculos, desde la discriminación de género hasta la falta de recursos. Su ejemplo ha inspirado a generaciones de científicos a seguir sus pasos, demostrando que la pasión y la dedicación pueden superar cualquier adversidad.
Trágicamente, Marie Curie falleció el 4 de julio de 1934, a los 66 años, debido a la exposición prolongada a la radiación durante sus experimentos. A lo largo de su carrera, Curie trabajó con materiales altamente radiactivos sin comprender completamente los riesgos para la salud. Esta exposición continuada a la radiación contribuyó a su deterioro físico y a su eventual muerte por anemia aplásica, un trastorno de la médula ósea causado por la exposición excesiva a la radiación. Su legado científico sigue siendo inmenso, pero también es un recordatorio de los peligros potenciales asociados con la radiación y la importancia de la seguridad en la investigación científica.
Dejó un legado duradero que va más allá de sus descubrimientos científicos. Su espíritu de curiosidad y su búsqueda incansable de conocimiento continúan inspirando a científicos y humanitarios de todo el mundo.
El nombre de Marie Curie sigue siendo sinónimo de valentía, dedicación y excelencia en la ciencia. Su vida es un recordatorio constante del poder transformador de la investigación y el impacto duradero que puede tener en la sociedad. Su legado perdura a través de la Fundación Marie Curie, que sigue apoyando la investigación científica y brindando cuidados paliativos a personas con enfermedades terminales, manteniendo viva la esencia de su espíritu altruista y su incansable pasión por la ciencia.