Tengo debilidad por el sureste asiático, lo tengo que reconocer. Sus paisajes, su gente, su gastronomía, su historia..., espero poder volver algún dia de nuevo, cuando esta maldita pandemia permita viajar en condiciones, como haciamos hasta hace relativamente poco.

Pues bien, hoy les traigo una historia de un lugar, para mí, espectacular, en este caso en Vietnam, un país encantador y de turbulenta historia.

El lugar se llama Sapa (o Sa Pa, en vietnamita), una población encaramada en lo alto de las montañas del norte de Vietnam, la provincia de Lào Cai. Este lugar y sus pueblos circundantes, como la aldea Ta Phin o la Aldea Ta Van, están ubicados dentro de impresionantes campos de arroz distribuidos en terrazas.

Fue establecida por lo franceses como una estación de recreo de montaña en 1922, pero hoy, Sapa, situada a más de 1.500 metros de altitud, es fundamental para las rutas de senderismo y trekking que cruzan las montañas y serpentean entre las terrazas de arroz del norte del país.

De fácil acceso en tren nocturno desde Hanoi, la capital del país, con llegada a la estación de montaña de Lào Cai, esta tranquila población, a la que llegaremos en taxi o bus atravesando increibles paisajes, se ha convertido en uno de los principales lugares turísticos del norte de Vietnam, pero no sólo eso, aquí pueden encontrarse algunas de las minorías étnicas más antiguas de Vietnam, como los Hmong o los Zai.

El lugar es impactante, y al igual que en otros lugares del sureste de Asia, el clima cambia sin previo aviso de un momento a otro, y lo cierto es que el ambiente que se respira es algo así como místico, y de hecho este lugar tiene hasta su propia leyenda, la del hada llamada Âu Cơ y el dragón Lào Cai, que juntos engendraron a los ancestros del pueblo vietnamita.

En Sapa se puede encontrar variada artesanía en las animadas calles, su catedral, construída en 1895 y que es una de las edificaciones que perduran de la época colonial francesa, edificios coloniales, mercados y a las distintas etnias, gente hospitalaria que pueblan la zona ataviada con sus trajes elaborados a mano.

El lugar, así como su entorno, como el Valle Muong Hoa, sorprende, porque permite caminar entre animales de granja como pollos o cabras, que deambulan por los senderos, y además permite contemplar unos paisajes de un verde intenso que contrasta con las terrazas cultivadas de arroz creadas por el hombre. Sin duda un lugar para el senderismo de película...