Me la contaron hace un par de años durante un viaje, y he querido publicarla aquí, en VICMUN, porque me pareció francamente curiosa y aterradora.

Resulta que en 2013, durante las obras de una carretera próxima a la ciudad de Gliwice, en el sur de Polonia, se descubrieron unos cadáveres enterrados, 4 si no recuerdo mal. Lo curioso del tema no era esto, que podría serlo perfectamente, sino el cómo habían sido enterrados.

Estos cuerpos no tenían pertenencias personales, estaban decapitados y sus cabezas se encontraron entre sus piernas, pero es que además, les habían puesto rocas sobre el cráneo.

Al encontrarlos, muchos arqueólogos se preguntaron si esto no sería un "enterramiento de vampiros", algo que en la antigüedad no era tan raro (esta costumbre persistió incluso en algunas aldeas de la Bulgaria de finales del s.XIX-primeros del s.XX), y tenía como objetivo evitar que los vampiros (o las personas que ellos pensaban que eran vampiros) volviesen de la tumba (quizá hayan oído hablar de algo parecido que ocurrió en el monasterio de Sozopol, donde se hayaron cuerpos con una vara de hierro atravesándoles el pecho).

Algunos han datado este enterramiento entre los siglos XV y XVI, y justo en esa época la creencia en los vampiros era algo común en Europa del Este (decapitar a un presunto vampiro era una práctica habitual en la Europa medieval). De entre todas las tumbas que se hallaron, 44, creo recordar que sólo 4 cuerpos se encontraron enterrados de esta aterradora manera.

Está claro que si bien el mito de criaturas que se alimentaban de la sangre de los vivos viene ya de lejos (leyendas ya en la antigua Mesopotamia), el mito del "vampiro" como lo conocemos hoy, y que sigue fascinando a muchos, es más reciente, de hace algunos siglos,  en el sureste de Europa, hecho que provocó que muchas personas fueran ejecutadas bajo la sospecha de ser vampiros: enfermos, jorobados, demasiado altos o demasiado bajos; gente inocente usada como chivo expiatorio cuando llegaban amenazas como la peste.