Aunque parezca una broma, no lo es, es muy real y está ocurriendo en Australia. Resulta que esta época del año es el final de la temporada del mango y esta fruta caída se fermenta en grandes cantidades bajo el sol de Kimberley (región ubicada al noroeste del país), lo que es un manjar para la vida silvestre local.

El caso es que el Hospital Veterinario de Broome ha estado tratando y sigue tratando loros de alas rojas borrachos después de haber consumido etanol como resultado de comer la fruta caída. Lo peor de todo es que hay muchas de estas ves que no llegan a manos de los veterinarios y mueren como resultado de volar ebrios o por depredadores.

Los que llegan hasta manos de los veterinarios lo hacen porque la gente los recoge aprovechando que están letárgicos y en diversas etapas de desnutrición. No es sólo el alcohol procedente de la fermentación de los mangos lo que está matando a los loros, sino su comportamiento errático al estar literalmente borrachos (se estrellan contra ventanas, no pueden volar y son presa de gatos y otros depredadores, etc).

Una vez que la fruta esté madura, la siguiente fase es la fermentación, en la cual los azúcares tomarán el camino para convertirse en alcohol y ese proceso hace que los compuestos aromáticos sean volátiles y atraigan a las aves y a otros animales, y aunque no se sabe aún por qué los mangos fermentados afectan especialmente a estos loros de alas rojas (quizá es por su olor único o porque estos loros se sienten especialmente atraídos por el sabor de la fruta en este punto), es bastante curioso, ¿no creen?