Naturaleza

Y hablando de Noruega, el Banco Mundial de Semillas, ¿saben lo que es?

Es una enorme caja fuerte que pretende mantener a buen recaudo, y para siempre, las más preciadas variedades de semillas que conoce la humanidad (el depósito alberga ya más de 865.000 variedades, que representan en torno a la mitad de los cultivos que se conocen en el mundo).

Está situado en el archipiélago de Svalvard (Noruega). 

Se inauguró el 26 de febrero de 2008 para mantener a buen recaudo, y para siempre, las más preciadas variedades de semillas que conoce la humanidad, que descansan listas para ser cultivadas en caso de que tuviéramos que enfrentarnos a cualquier desastre. El almacén está construido a prueba de catástrofes.

Su situación, en tierra firme y a 130 metros sobre el nivel del mar, asegura su supervivencia ante el derretimiento de los polos. Es impermeable a la actividad volcánica, resistente a los terremotos e, incluso, a la radiación de un posible cataclismo nuclear.

Esta situación en pleno Ártico no es casual: en caso de que se estropeara el sistema de refrigeración, el permafrost que rodea la instalación mantendría las semillas a una temperatura adecuada.

Más de 200 países han contribuido con alguna de sus semillas, que se almacenan en cajas a una temperatura constante de -18ºC.

Pero seleccionar qué debe entrar y qué debe quedarse fuera no es tarea fácil. Y requiere de un gran esfuerzo diplomático. El almacén no suele abrirse para depositar nuevas semillas más de tres veces al año, y sólo el donante tiene acceso a éetas.

Esta condición tuvo que aceptarse dado que muchos organismos y gobiernos tenían miedo de que sus semillas más valiosas acabaran en manos de las grandes compañías biotecnológicas.

La institución encargada de gestionar el almacén, The Crop Group, es un organismo autónomo, pero depende de quienes financian su ambicioso proyecto. Los costes de operación y mantenimiento son pagados por el Global Crop Diversity Trust, un fondo de capital mixto público y privado en el que participan numerosos estados (incluido España), pero también la Fundación Bill y Melinda Gates, que ha aportado más que cualquier país –25 millones de euros–, y otras fundaciones y asociaciones, públicas y privadas.

Hasta donde sé, Japón y China aún no se han unido a la causa y la India, aunque ha puesto dinero, sigue siendo cauta con sus aportaciones.

También se ha intentado en otras partes del mundo, pero en sólo una década se ha ido al traste el banco de semillas de Irak, por ejemplo, que fue destruido en la invasión de EEUU en 2003; el de Afganistán, que cayó en manos de los talibanes; el de Filipinas, que se inundó en 2012; y un banco de Egipto que albergaba valiosas variedades de semillas del desierto, fue saqueado durante la revuelta de 2011.

El banco de Siria, en Aleppo, estuvo a punto de correr la misma suerte, pero un grupo de trabajadores logró enviar muestras de las semillas al exterior antes de que estallara la guerra en la ciudad. Hoy se conservan en Svalvard.

Pero este inmenso almacén también tiene sus detractores: muchos de los ingenieros agrónomos que han trabajado codo con codo con los campesinos creen que almacenar las semillas en un contenedor, por muy seguro que sea, no es la mejor forma de preservarlas.

Los cultivos están siempre cambiando, las enfermedades y las plagas se adaptan, y el calentamiento global es un desafío que aún somos incapaces de valorar. ¿Seguirán siendo útiles las semillas almacenadas cuando sea necesario plantarlas en un escenario completamente distinto?

Según las previsiones de la ONU, en 2050 habitaremos el mundo 9.000 millones de personas, un 34% más de los que somos ahora.

Y algo tendremos que llevarnos a la boca. ¿Aguantarán las semillas que usamos hoy las condiciones del futuro? ¿O tendremos que recurrir a algunas de las variedades que abandonamos años atrás?

Muchos científicos y cooperantes piensan que se está gastando demasiado dinero en Svalbard, cuando deberíamos estar ayudando a los campesinos de los países en desarrollo, en cuyas manos sigue habiendo una variedad de semillas mucho mayor que las que albergan los bancos genéticos.

Si desaparecen por completo las culturas agrícolas tradicionales, ¿seremos capaces de recuperar su legado sólo por tener un puñado de semillas almacenadas en un frigorífico gigante?

Son sin duda inquietantes preguntas a las que la humanidad ha de hacer frente...

Comentarios (5)

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rauld • Hace 5 años, 11 meses

lo que me resulta triste es que los conflictos armados afecten a estas reservas tan importantes para todos....

danny • Hace 5 años, 11 meses

Maravilloso

virgilop • Hace 5 años, 11 meses

totalmente de acuerdo....👍

jorgesan • Hace 5 años, 11 meses

a mi me parece una gran ide,a pero es cierto que no puede dependerse sólo de tener semillas en cajas, hay que mantener la biodiversidad que aún nos queda....

diegolop • Hace 5 años, 11 meses

creo que se inundó en 2017 pero por suerte no se afectaron las semillas....plantea preguntas intrigantes, si, y una de ellas también podría ser si en caso de conflicto o catástrofe real, esos tratados internacionales realmente tendrían valor...