La increible historia de Inés de Castro, la mujer que reinó después de muerta...

Muchos autores (españoles, franceses, italianos, portugueses...) han escrito acerca de esta emblemática mujer, nacida en Galicia (España) en 1320-1325 y fallecida en Coímbra (Portugal) en 1355. Para algunos fue intrigante y manipuladora, para otros una hermosa mujer que protagonizó una gran historia de amor de la que nacieron 4 hijos..

Sea como fuere, la verdad es que su historia es curiosa, la historia del que para muchos es el mito femenino más irresistible de la historia de Portugal.

Hija de Pedro Fernández de Castro, 1º señor de Monforte de Lemos y nieto de Sancho IV El Bravo, abandonó a los 10 años de edad su tierra natal, Galicia, para convertirse en la dama de compañía de Constanza, hija del infante don Juan Manuel de Castilla.

Años después se establece la alianza de Constanza con Pedro de Portugal, heredero a la corona. La protagonista de nuestra historia acompaña entonces a Constanza al país vecino, donde conocerá a su gran amor; el problema, resultó ser el marido de su íntima amiga.

Esta historia de amor, cuando se hizo pública, supuso un gran escándalo en la corte, lo que supuso que Inés fuera enviada a un convento de Santa Clara por orden del rey, Alfonso IV. Cosas de la vida, al quedarse Pedro de Portugal viudo, retomaron su relación casándose, lo que significó que en la corte la repudiaran, a ella y a sus hijos, y pasaron a considerarlos ilegítimos. Al final, y tristemente, fue apuñalada por "razón de Estado" aprovechando la ausencia de Pedro por estar de caza ese día.

A la muerte de su padre, y ya siendo rey, Pedro acabó de forma brutal con casi todos los conspiradores, los asesinos de su amada.

Pero la historia no acabó ahí. Pedro de Portugal hizo que desenterraran y coronaran a su esposa después de muerta (sin duda uno de los motivos por los que Inés se convirtió en leyenda), haciendo que los nobles besaran la mano del cadáver (no hay evidencias claras de esta "ceremonia"  de coronación, pero eso se cuenta que ocurrió).

Nota: la leyenda podría venir de la costumbre portuguesa de besar la mano de los reyes cuando fallecían. Además, en los siglos XIV y XV existía un ritual curioso que consistía en colocar figuras de cera de los reyes sobre sus túmulos funerarios, figuras a las que se les rendía pleitesía, y puede que eso fuera lo que ocurriese.

Luego hizo trasladar los restos de su esposa y reina tras su muerte al Monasterio de Alcobaça, lugar de enterramiento de los monarcas portugueses.

El rey, por último , hizo construir un mausoleo de piedra blanca donde hizo reflejar a su amada con la corona de reina.

Sin duda una gran historia...