Como muchos sabrán y/o supondrán, se debe a la nicotina. De hecho, los estudios han encontrado que fumar tabaco puede ser tan adictivo como la mismísima heroína o la cocaína. Pero, ¿qué hace que la gente anhele un cigarrillo? ¿por qué a tantas personas les cuesta dejar de fumar a pesar de ser conscientes de los peligros?
La respuesta es que, al parecer, el tabaco cambia la forma en que funciona nuestro cerebro, haciéndonos querer más, según la Administración de Drogas y Alimentos de EEUU.(FDA).
Una vez que se desarrolla una adicción a una sustancia, las personas experimentarán antojos y/o abstinencia cuando no la usen durante cierto período de tiempo. El tabaco es adictivo porque contiene nicotina, una sustancia psicoactiva con alto potencial adictivo.
Nota: Una sustancia psicoactiva es aquella que afecta el funcionamiento del cerebro y, según el Instituto Nacional del Cáncer, provoca cambios en el estado de ánimo, la conciencia, los pensamientos, los sentimientos o el comportamiento. Otros ejemplos de sustancias psicoactivas incluyen el LSD, el alcohol o la cafeína.
Cuando se consume tabaco, los niveles de nicotina en el torrente sanguíneo aumentan y entran en el cerebro. Una vez en el cerebro, la nicotina se une y activa los receptores que liberan dopamina, un químico cerebral "feliz", que hace que las personas se sientan bien, según la Clínica Mayo. Como resultado, los cerebros de los fumadores rápidamente llegan a considerar la nicotina como una sustancia para "sentirse bien", y la anhelan en los intervalos entre cigarrillos.
El tabaquismo crónico aumenta la cantidad de receptores de nicotina en el cerebro, lo que explica por qué los fumadores adictos tienen miles de millones más de estos receptores que los no fumadores, según también la propia Clínica Mayo.
Durante los períodos en que la persona adicta no fuma, puede experimentar síntomas físicos de abstinencia hasta que su cerebro pueda adaptarse a la ausencia de nicotina. Dichos síntomas incluyen incapacidad para concentrarse, insomnio, depresión y falta de apetito, según el Instituto Nacional del Cáncer.
La prueba de Fagerström para la dependencia de la nicotina:
Desarrollada en 1978 por el psicólogo sueco Karl-Olov Fagerström, es un cuestionario utilizado para determinar el nivel de dependencia de la nicotina de un individuo relacionado con el tabaquismo. La prueba ha pasado por varias modificaciones desde su introducción, pero sigue en uso hasta el día de hoy y sigue siendo una de las principales formas de evaluar la adicción. Las preguntas en la prueba incluyen preguntar cuándo una persona fuma su primer cigarrillo del día, cuántos cigarrillos fuma cada día y si fumaría incluso si estuviera tan enfermo como para estar confinado en su cama. En la clínica, el médico puede utilizar la prueba de Fagerström para documentar las indicaciones para prescribir medicamentos para la abstinencia de nicotina.
Por último, los estudios han revelado que los factores genéticos desempeñan un papel en la dependencia de la nicotina, lo que significa que la adicción puede tener factores hereditarios, según una revisión de 2010 en la revista Current Cardiovascular Risk Reports. La Clínica Mayo además afirma que la genética puede influir en cómo los receptores en la superficie de las células nerviosas del cerebro responden a las altas dosis de nicotina suministradas por los cigarrillos, lo que podría significar que, debido a la herencia genética, una vez que las personas comienzan a fumar, en algunos casos será más probable que continúen con el hábito que en otros. Según una investigación de 2008 realizada por la Asociación Americana de Psicología, al menos la mitad de la susceptibilidad de una persona a la adicción a las drogas puede estar relacionada con factores genéticos.
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