Posiblemente el nombre de Sara Little Turnbull (1917-2015) no les suene de nada a la mayoría, pero créanme que su idea dio forma al objeto precursor de algo que, especialmente a día de hoy, en tiempos de COVID-19, nos suena mucho a todos, las mascarillas FFP2 (o N95 según la nomenclatura americana), las mascarillas autofiltrantes de protección individual que se han hecho tan populares en nuestros días.

Esta brillante mujer, que siempre dijo que ella en realidad no había inventado nada, solo mejorado un concepto, tras probar con hombreras y otras piezas de ropa, y a partir de la copa de un sujetador, ojo!, creó la mascarilla precursora de lo que hoy conocemos como las N95 (el número 95 que aparece en su nomenclatura hace referencia a que es capaz de bloquear hasta el 95 por ciento de las partículas que hay en el aire).

Nacida en 1917 en Brooklyn, Nueva York (EEUU), hija de inmigrantes rusos, su nombre real era Sara Finkelstein. Estudió becada en la Universidad de Diseño Parsons, y como buena diseñadora industrial (una de las primeras de hecho), siempre tuvo una sorprendente habilidad para inventar y diseñar, mejorando objetos cotidianos creando nuevos usos y utilidades. Trabajó en las galerías comerciales Macy’s, así como en publicidad, etc.

De gran talento, estuvo al frente de la revista de decoración House Beautiful, pero lo suyo era inventar, de modo que creó una consultora de diseño llamada "Sara Little". Tras dos guerras mundiales, y a finales de la década de 1950, la industria en Estados Unidos estaba en auge, y Sara, entraría a formar parte de la historia cuando se cruzó en su camino la empresa 3M.

En esta compañía, entró a trabajar en la rama/división de telas, donde tuvo conocimiento del shapeen, una tela no tejida con la que se podían crear materiales formados por una red de fibras unidas. En un principio pensó en diseñar un sujetador más cómodo y moderno, algo diferente a lo que había en la época, pero la cosa derivó hacia otra dirección...

Esta mujer, curiosa e inteligente, había observado que el personal sanitario, sobre todo los médicos y enfermeras, usaban mascarillas rectas que se ataban por detrás y que no parecían ser muy cómodas ni ajustarse especialmente bien a sus rostros.

Planteó su idea a 3M, que consistía en usar el shapeen para diseñar una mascarilla que se adaptara perfectamente al rostro de una persona usando para inspirarse la forma del sujetador que tenía en mente.

El proyecto se hizo realidad en 1961 y aunque en aquel momento no servía de barrera frente a los virus, sí fue muy útil para no tragar polvo y otros agentes.

Nota: En 1961, 3M patentó una primera versión de una mascarilla anticontaminación que utilizaba el material poroso y cintas elásticas en vez de las cuerdas utilizadas hasta entonces que resultaban mucho más lentas e incómodas de ajustar. Primero tuvo uso industrial y años después, médico.

Unos diez años después consiguieron mejorar dos aspectos fundamentales sobre la idea/invento de Sara: la filtración y el respirador. Solucionados estos dos aspectos, estas mascarillas N95 pudieron llegar a los centros médicos y a los hospitales… y muchos años después se convirtieron en un elemento indispensable en la protección sanitaria moderna.

Una curiosa y admirable historia de una mujer que colaboró en el desarrollo de productos de todo tipo, como menaje doméstico, sistemas de almacenaje, cacharros para cocinar en el microondas, cosméticos, muebles, juguetes, cintas adhesivas, interior de coches o trajes espaciales...siendo un ejempo a seguir sin duda.