Y extrañamente bonito, por qué no decirlo...es uno de los lugares más curiosos que he visto.

Es el cementerio de Sapanta, conocido como el Cementerio Alegre (Cimitirul Vesel), está en Rumanía, cerca de la frontera con Ucrania, y destaca por su gran colorido (lápidas azules con tejadillo y con una cruz en la parte más alta), la decoración de las tumbas y por los singulares epitafios que podemos leer aquí (de un modo muy humorístico pretenden recordar la vida del difunto, de hecho si te fijas bien, en casi todos ellos podemos observar al difunto realizando el oficio que desempeñó en vida, escenas que nos sirven además para conocer las formas de vida tradicionales de la localidad).

Su origen se remonta al año 1935, cuando el artesano Stan Patras realizó una primera lápida en la que incluía un chascarrillo humorístico sobre el fallecido. Y semejante irreverencia tuvo mucho éxito, ya que a partir de entonces no le faltaron clientes que le encargaran elementos similares (hasta el propio Stan Patras hizo la lápida para su tumba con ese mismo objetivo).

Pueden verse lugareños recorriendo el cementerio de Sapanta con una sonrisa en la boca. Y hasta puede que suelten una carcajada de vez en cuando (por ejemplo, en algunos epitafios se alude al gusto por la bebida de algunos de los muertos, tanto, que hasta desde la tumba nos pide que dejemos una botella, e incluso hay alguno más tétrico, por ejemplo el de una niña de 3 años fallecida en un accidente de tráfico, en cuya leyenda sencillamente se le desea el infierno a quien atropelló a la criatura).

Se pueden ver además en estas coloridas lápidas largas leyendas inscritas, pero claro, si no se sabe rumano es imposible descifrar lo que ahí está escrito, pero sigue siendo muy curioso...