La Guerra de Vietnam (1955-1975) fue uno de los conflictos más devastadores y polémicos del siglo XX. Para Estados Unidos, representó un auténtico desastre militar y un punto de inflexión en su política exterior. Esta guerra puso de manifiesto además los límites del poder estadounidense. Sin embargo, el origen de la intervención en Vietnam está envuelto en una maraña de mentiras, estrategias erróneas y decisiones políticas que llevaron a un desenlace desastroso. Veamos cómo la manipulación de la verdad, las tácticas militares defectuosas y los errores estratégicos llevaron a Estados Unidos a una derrota histórica.
El engaño de la opinión pública: La mentira del Incidente del Golfo de Tonkín
El pretexto oficial para la intervención estadounidense en Vietnam fue el Incidente del Golfo de Tonkín en agosto de 1964. Según el gobierno de Estados Unidos, buques de guerra norvietnamitas atacaron a los destructores USS Maddox y USS Turner Joy. Este supuesto ataque sirvió como justificación para que el Congreso aprobara la Resolución del Golfo de Tonkín, otorgando al presidente Lyndon B. Johnson poderes amplios para intensificar la guerra sin una declaración formal.
Sin embargo, documentos desclasificados han demostrado que el segundo ataque nunca ocurrió. La manipulación de la información por parte de la administración Johnson permitió una escalada militar basada en una mentira, un patrón que se repetiría a lo largo del conflicto y en décadas posteriores hasta llegar a nuestros días. La falta de transparencia y la exageración de la amenaza comunista en el sudeste asiático permitieron la creación de un clima de miedo y urgencia que justificó una intervención masiva.
Además, el discurso oficial insistía en la teoría del "efecto dominó", según la cual, si Vietnam caía bajo el control comunista, lo mismo ocurriría con el resto del sudeste asiático. Este argumento fue utilizado como una razón clave para mantener el compromiso militar en la región, ignorando factores históricos y culturales que hacían de Vietnam un caso particular.
Estrategia defectuosa: La guerra de desgaste
La intervención militar estadounidense en Vietnam estuvo marcada por una estrategia fallida de "guerra de desgaste". Basada en la idea de que un enemigo podía ser derrotado simplemente con un mayor número de bajas, el general William Westmoreland implementó una táctica que dependía del conteo de cuerpos (body count) para medir el éxito de la guerra. Sin embargo, esta estrategia subestimó la resistencia y la determinación del Viet Cong y del Ejército de Vietnam del Norte (NVA).
Mientras que Estados Unidos confiaba en su superioridad tecnológica y armamentística, los vietnamitas utilizaron tácticas de guerrilla, túneles subterráneos y el conocimiento del terreno para resistir. La incapacidad de los líderes militares para adaptarse a estas tácticas resultó en un estancamiento costoso y sangriento. A pesar de los intensos bombardeos con napalm y el uso de agentes químicos como el Agente Naranja, la moral de los combatientes vietnamitas se mantuvo firme, mientras que las bajas estadounidenses aumentaban sin que hubiera un progreso claro en el campo de batalla.
El ejército estadounidense también cometió errores estratégicos en la selección de objetivos y en la planificación de las ofensivas. La falta de un objetivo claro y el desconocimiento de la cultura y geografía vietnamita hicieron que muchas operaciones militares fueran ineficaces. A pesar de las grandes pérdidas infligidas al enemigo, la guerra se convirtió en un conflicto de resistencia prolongada en el que Estados Unidos no pudo imponer su voluntad.
El papel de los medios y el desmoronamiento del apoyo popular
A diferencia de conflictos anteriores, la Guerra de Vietnam fue la primera guerra televisada. Las imágenes de soldados muertos, aldeas destruidas y masacres como la de My Lai en 1968 cambiaron la percepción del público estadounidense sobre la guerra. Las promesas del gobierno de que la victoria estaba cerca fueron desmentidas por las impactantes imágenes transmitidas a diario.
El punto de quiebre se produjo con la Ofensiva del Tet en 1968, cuando las fuerzas norvietnamitas y el Viet Cong lanzaron un ataque sorpresa en múltiples ciudades del sur. Aunque Estados Unidos logró repeler el ataque, la percepción general fue que la guerra no estaba siendo ganada. La credibilidad del gobierno se desplomó, y el descontento interno creció con manifestaciones masivas contra la guerra.
Las protestas en Estados Unidos se intensificaron, con miles de jóvenes rehusándose a ser reclutados para una guerra que consideraban injusta. El movimiento pacifista y la cobertura mediática adversa, algo que ya no ocurre en nuestros días puesto que los medios son meras correas de transmisión de los gobiernos y élites dirigentes, llevaron a un colapso en el apoyo a la intervención militar, forzando al gobierno a reconsiderar su postura. Incluso figuras prominentes como Martin Luther King Jr. y numerosos políticos comenzaron a cuestionar abiertamente la guerra.
La derrota: Salida caótica y apresurada
Con la guerra perdiendo apoyo tanto en casa como en el extranjero, las negociaciones de paz comenzaron a tomar forma. En 1973, Estados Unidos firmó el Acuerdo de Paz de París, comprometiéndose a retirar sus tropas. Sin embargo, la retirada solo aceleró la caída de Vietnam del Sur. En abril de 1975, Saigón fue capturada por el Ejército de Vietnam del Norte, marcando el fin del conflicto y una humillante derrota para Estados Unidos, algo que les ha vuelto a ocurrir en recientes fechas en Afganistán.
La retirada de Saigón fue caótica, con imágenes icónicas de helicópteros evacuando desesperadamente a civiles y personal militar desde la embajada estadounidense. Para muchos, esta escena simbolizó el fracaso total de la intervención estadounidense y la falta de preparación para enfrentar las realidades de la guerra.
El impacto de la guerra fue profundo. Más de 58.000 soldados estadounidenses murieron y cientos de miles quedaron con secuelas físicas y psicológicas. Para Vietnam, la guerra dejó millones de muertos y una nación devastada que tardaría décadas en recuperarse. Además, la derrota de Estados Unidos en Vietnam llevó a una crisis de confianza en la política exterior y militar del país, influyendo en futuras intervenciones como la de Irak y Afganistán.
El desastre de Vietnam fue el resultado de una combinación de mentiras gubernamentales, estrategias militares defectuosas y una falta de comprensión de la realidad en el terreno. La guerra dejó profundas cicatrices en la sociedad estadounidense, generando un escepticismo duradero hacia la intervención militar y marcando el comienzo de un período de introspección en la política exterior de Estados Unidos.
Vietnam no solo fue una derrota militar norteamericana, sino una lección sobre los límites del poder y las consecuencias de la manipulación de la verdad. Hoy, sigue siendo un recordatorio de los peligros de la arrogancia política y militar, y de la necesidad de evaluar con mayor claridad las verdaderas implicaciones de la guerra. Desgraciadamente, las mentiras y ocultaciones al público de las verdaderas razones y desarrollo de los conflictos siguen siendo el pan nuestro de cada día, y como ejemplo más significativo, tenemos la reciente guerra en el este de Europa.
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en aquellos tiempos todavía teníamos medios de comunicación críticos, ahora es algo lamentable...